Acertijos

FESTIVAL VELAS (PARTE DOS) 

Columna Acertijos de Gilberto Haz

*Y se marchó, y a su barco le llamó libertad. Camelot. 

Por doquier se escucha que el domingo fue un domingo de afluencia turística en Veracruz. Todos fueron a ver los veleros, dejar los autos por allí cerca y caminar a tomarse las fotos con los majestuosos buques que estaban a la vista en Veracruz. Alguien me dijo que faltó el afamado Juan Sebastián Elcano, el buque español y que no vino, a mí no me lo crean así me lo contaron, porque no lo invitaron desde que el presidente AMLO le hizo fuchi a España y a la Corona. Ese buque con 7 velas y 197 hombres y mujeres navegando por el mundo, un buque escuela como el nuestro, el Cuauhtémoc, se le extrañó. Amigos me contaron que llegaron y había un mundo de gente, saborearon un helado del güero-güero y antes se tomó un mezcal con una chela y luego se fueron a admirar los buques, para después ir a comer al Gaucho de Siles, y darse una vuelta a gastar parte de su quincena en Cotsco. Así les ocurrió a muchos que fueron, maravillados por esos impresionantes barcos, Veracruz vivió un fin de semana inolvidable. Todos sonríen, la alcaldesa Patricia Lobeira de Yunes, el almirante José Rafael Ojeda Duran y el pueblo, a quienes les cayó de maravilla este evento. Y aún hay más, porque ahí viene el Carnaval. 

LA OTRA LEYENDA (ELVIS) 

Leí por ahí que van a revivir a Elvis Presley, en una cinta que no sé si sería de Netflix o de alguna productora. Hace falta. Desde aquella película cuando Elvis conoció a Nixon en la Casa Blanca, una buena cinta del ídolo del rock, no se ha hecho nada en cine. Hace 45 años otra estrella moría para convertirse en leyenda. Miles y miles de anécdotas se forjaron en su partida. De que no estaba muerto, y que andaba de parranda, como la canción. Grandes han muerto para inmortalizarse, Elvis es uno de ellos. En la finca y mansión de Graceland, millones y millones de fans desfilan ante su tumba, como si se fuera a un parque de diversiones de Disneylandia. Allí Elvis vivió desde los 22 años a su muerte. Es la segunda casa más visitada de Estados Unidos, la primera es La Casa Blanca, donde Biden dirige los destinos del mundo. Por las situaciones de las leyendas urbanas, algunos que allí han pasado juran y perjuran que han visto al rey del rock, contonearse por los pasillos. Sus discos siguen vendiéndose en el mundo. Hay tres muertos que generan muchas utilidades. El primero era Elvis, ahora desbancado por el otro rey, Michael Jackson, la otra es la eterna Marilyn. Y hubo algunos otros que ocuparon algunas tumbas visitadas, entre ellas las de James Dean, cuya muerte joven, con solo tres cintas en su haber, pasó a formar parte del panteón de los ilustres hollywoodenses. Como Elvis. Como Michael. Como Marilyn. Hace 45 años el mundo se conmocionó con la muerte del rey del rock. La vida a mil por hora y las pastillas para dormir y tranquilizarse lo llevaron a la muerte temprana. Antonio Machado habló de la muerte: “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos”. El mundo de la música le lloró. Le lloraron en Las Vegas, donde acostumbraba presentarse. Le lloraron como le lloraron a John Lennon, otro que muere joven a manos de un loco desequilibrado. Hay vidas que el destino se ha llevado en forma impactante. Michael, Marilyn y Elvis murieron así. Llenos de pastillas y temores. Llenos de incertidumbres, pese a ser los mejores en sus carreras, pese a ser los número uno en sus giros. Recobro algo que dijo James Dean, otro de ellos, de muerte imprevista: “Creo que sólo hay una forma de grandeza para el hombre. Es cuando un hombre puede salvar la brecha entre la vida y la muerte. Quiero decir, si puede vivir después de que ha muerto, entonces tal vez fue un gran hombre. Para mí el único éxito, la única grandeza, es la inmortalidad”. 

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