El pasado fin de semana, este reportero se apareció por el rumbo de la colonia 21 de Marzo, donde el alcalde Ricardo Ahued realizó un recorrido para supervisar la construcción del colector pluvial. La gente se arremolinaba para saludarlo y este metiche aprendiz de periodista también se acercó y, ¡oh, sorpresa, para la mayoría de los presentes!, de pronto el presidente municipal señala, afectuoso, a un hombre de casco que estaba junto a él y dice:
–Gracias al Ejecutivo del Estado, el señor gobernador nos hizo el favor de fondear esta obra…
Hasta entonces muchos no habían reparado en la presencia de Cuitláhuac García, quien parecía uno más de los asistentes al acto donde a gritos daban entusiasta bienvenida a Ricardo Ahued.
Uno de los presentes comenta:
–Ya existe un colector que desemboca en el río Sedeño; sube desde la colonia Loma Bonita, pasa por el bulevar, llega al entronque de las avenidas México y Atenas, sigue a la colonia el Naranjal y termina en Lucas Martín.
Se escucha otra voz apenas audible:
–¿Viste?, nadie pela al gobernador. Eso le pasa por no darse baños de pueblo. Debería salir más… saludar a la gente.
Alguien más sugiere:
–Deberían cuidar que nadie arroje aguas negras al Sedeño; está demasiado contaminado, en vez de gastar en otro colector que de nada servirá. Son obras para justificar el saqueo, la corrupción.
Llega la reportera Yaretzi López y se une al grupo; alcanza a escuchar algunos comentarios y agrega:
–Nunca están contentos; si hacen obra, critican y si no, también. Dejen trabajar al alcalde y después evaluamos su gestión.
Lo cierto es que el gobernador pasó casi desapercibido, sin pena y sin gloria. En cambio Ahued conserva su popularidad. Le piden ayuda y quién sabe si apoya o los batea, pero deja contenta a la gente que se le acerca.
Cuitláhuac no se parece para nada a un Fidel Herrera, a quien lo seguía una cauda de personas que le pedían tomarse la foto y apoyos económicos.
Traía fajos de billetes que iba repartiendo entre numerosos pedigüeños.
Al final del sexenio, cuando se había agotado el presupuesto y el gobierno estaba endeudado por miles de millones de pesos, Fidel se escabullía como podía y hubo ocasiones en que –este reportero lo corroboró en el parque Doña Falla, en 2010–, micrófono en mano, decía con sorna:
–Vamos a crear “una asociación de peticionarios” para agrupar a todos los que piden lana.
Javier Duarte intentó continuar con similar estilo, pero no le alcanzó el presupuesto. Recortó los apoyos, más o menos a la mitad del sexenio e incluso quedó a deber a empresarios y periodistas abultadas sumas de dinero.
Miguel Ángel Yunes Linares canceló todas las prebendas. El mismo camino ha seguido Cuitláhuac García.
¿Pero qué creen?, aunque les duela, reitera el presidente López Obrador que Cuitláhuac es uno de los mejores gobernadores que ha habido.