Parece de telenovela, pero no, es la realidad.
El fin de semana los mexicanos nos enteramos de que, durante tres años, el sonsonete insustancial y sesgado de las mañaneras, que pregona el valor de la austeridad como postulado de la 4T, simplemente no existe para los funcionarios del propio gobierno. Es decir, los paladines de la actual moralidad siguen actuando como los neoliberales del pasado que condenan.
El escándalo a que me refiero, con tufo de reseña frívola estilo Ventaneando, caló aún más porque uno de sus protagonistas, el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Santiago Nieto Castillo, es el paladín de la lucha contra la corrupción del presidente Andrés Manuel López Obrador.
No vale la pena entrar en detalles triviales, porque su suntuosa boda con Carla Humphrey Jordan, para colmo consejera del INE, ya ha sido ampliamente reseñada. Lo que sí merece comentario es la intencionalidad que rodeó a este evento, ciertamente de índole personal, pero que, por la investidura de los protagonistas, se convierte de origen en asunto público.
Es obvio que no casarse en territorio nacional, sino en La Antigua, Guatemala, ahí nada más, pasando la frontera, revela la pretensión de darle secrecía al enlace, lo que es absurdo, porque con trecientos invitados, era imposible que no trascendiera, como sucedió. Así que esa frustrada discreción, sólo atizó la avidez del escándalo.
Los ostentosos detalles del enlace, desde luego agravian a millones de mexicanos miserables que cotidianamente luchan para comer, y no marcan ninguna diferencia con las suntuosas bodas “de antes”, para decirlo en términos de López. Es decir, la austeridad queda sólo en la desgastada retórica presidencial y sólo se aplica, “a los bueyes de mi compadre”. Sin embargo, esto se pone peor porque se trata de Nieto, el personaje que con espada flamígera persigue a los corruptos, con los terribles procedimientos que aplica desde la UIF.
Pero eso no fue todo. Obviamente, a bodas de ese calibre se invita sólo a magnates y a gente VIP. Entre ellos figuraba la secretaria de Turismo de la CDMX, Paola Félix Díaz, quien arribó a bordo de un avión privado, “en el que viajaban también Juan Francisco Ealy Ortiz, director de El Universal, su esposa Perla Díaz, el productor Alejandro Gou, y cuatro amigos más de Ealy Ortíz”, como consigna el diario Reforma, así como Jorge Rizo, esposo de Félix Díaz.
Hasta ahí, los hechos sólo contravenían el compromiso de la “austera” 4T en el sentido de prohibir a sus funcionarios viajar en vuelos privados, pero la alarma se enciende, cuando autoridades guatemaltecas descubren que los distinguidos visitantes pretendían introducir 35 mil dólares que no habían sido declarados.
Pillados en la movida, desde luego vinieron las justificaciones inverosímiles, porque voceros de Ealy Ortiz argumentaron que ese dinero se emplearía para el pago de servicios médicos en Los Ángeles, a donde posteriormente viajaría. Esto llama mucho la atención, porque según los funcionarios policiacos de Guatemala, el dinero venía distribuido en siete sobres con cinco mil dólares cada uno.
Todavía no se disipaban las burbujas de la champaña del brindis por la felicidad de Santiago y Carla, cuando ya había trascendido el escándalo y esa misma madrugada, Paola Félix Díaz, fue despedida de manera fulminante por su jefa, Claudia Sheimbaum Pardo, quien le pidió su renuncia y al otro día salió ante medios para tratar de controlar los daños.
Este lunes, el presidente calificó el tema como “un asunto escandaloso”, dijo que se están superando los lujos del periodo neoliberal “pero todavía hay inercias”, convocó por enésima vez a los funcionarios públicos a ser austeros siguiendo el ejemplo de Juárez y socarronamente calculó que esos 35 mil dólares equivalen a su salario durante seis meses.
Si ese va a ser el saldo, les va a salir muy barato. Habrá que preguntarle a Nieto si, como pregona en los casos que persigue, en este también “se va a llegar a fondo”. Lo dudo.