Hace nada, en un mostrador de un aeropuerto le vi. Es un libro enmarcado en negro, presagio de luto, o de dolor o pena. Lo escribe uno de los mejores escritores de habla hispana, periodista de El País, John Carlin. El libro cuenta la historia de Oscar Pistorius. Ustedes lo deben ubicar y recordar, es aquel corredor de capacidades diferentes, minusválido, campeón de Juegos Olímpicos y sudafricano, que en un arrebato de no se sabe qué cosas mató a su novia, la bella modelo Reeva Steenkamp, en el baño de su casa, de tres certeros tiros, un 14 de febrero de 2013, que debe ser Día del Amor y la Amistad. El libro se llama “Pistorius. La sombra de la verdad”. Voy a la mitad, es de esos libros que, cuando los comienzas a leer, ya no los abandonas. En la página 175 de 378 me entero de su vida, de cuando al nacer con una enfermedad congénita, venia con sus dos piernitas deterioradas y un médico le salvó la vida al sugerir a la familia que le amputaran ambos pies, y le operaran a los once meses de edad. Le cambió la vida, porque otra opción era componerle uno y amputarle el otro, lo que le dejaría una especie de minusvalidez perdida. Aquí, al paso del tiempo y conociendo de sus aptitudes para los ejercicios físicos, fue logrando que le fabricaran unas piernas artificiales que encajaran en sus muñones, una especie de prótesis que estaban diseñadas como cuchillas, por la compañía islandesa Össur. Las ‘Cheetah’, así se les llama, hechas a la medida, fabricadas de fibra de carbono, diseñadas especialmente para hacer deportes. El joven comenzó a correr y poco a poco lideró a los corredores de capacidades diferentes. Su especialidad eran los 400 metros, porque en las de 100 metros corría en desventaja, pues no tenían la salida como los corredores normales, que con la pierna doblada se impulsan al salir. Fue tanto el éxito que retó a los corredores normales, y hubo demandas para que un minusválido no fuera aceptado en pistas normales. Las federaciones pelearon y le dieron la razón a Pistorius. Uno de los puntos más debatidos sobre las piernas es el tiempo que se demora Pistorius en reposicionarlas. Un corredor de elite promedio mueve su pierna desde atrás hacia adelante en 0,37 segundos. Pistorius puede hacer esto en sólo 0,28 segundos, debido a que las prótesis son más livianas que una pierna regular humana. Sin embargo, la noción de que prótesis livianas son la única razón para la velocidad de Pistorius ignora el hecho que ha tenido que entrenar muchos años y adaptar su sistema neuromuscular para usar las prótesis, cuenta el libro de Carlin. Emotivo de principio a fin. Un caso muy juzgado y que llamó la atención del mundo. El niño bueno de Sudáfrica condenado a 5 años de prisión, el joven bello que enamoró al mundo y que enamoró a una bella modelo, a quien mató, según él, por accidente, sobrelleva su crecimiento y su juventud y los momentos en las pistas de tartán donde los corredores vuelan más rápido. Un buen libro.