Anecdotario mexicanoPrincipal

La mal nombrada guerra de los pasteles

En 1838, la pastelería francesa Remontel, ubicada en Tacubaya, en los suburbios de la capital mexicana, se quejó antes las autoridades francesas y mexicanas de una cuenta de consumo no pagada por oficiales del estado mayor de Santa Anna, por un valor de 800 pesos de la época. Este incidente puede parecer una broma. Pero esta queja sirvió de pretexto al gobierno francés para demandar a México la suma de 600 000 pesos, el equivalente de tres millones de francos. Así empezó la primera intervención francesa en México.

En la realidad, después de la independencia y de los conflictos continuos entre los partidos centralistas y federalistas, reinaba la inestabilidad política en México, en búsqueda de una recomposición política. Francia fue una de las primeras potencias en reconocer la joven república mexicana, con el convenio de 1830, pero sin lograr las ventajas económicas que buscaba. Además, algunos comerciantes franceses habían sido víctimas de robos y asaltos. Más que el dinero del pastelero, el problema de las deudas mexicanas preocupaba al gobierno francés, sobre todo consecutivamente al rechazo mexicano de pagar por los agravios consecutivos a los movimientos insurgentes.

En marzo de 1838, el embajador de Francia en México, el barón Deffaudis, reclamó los 600 000 pesos al gobierno mexicano del presidente Bustamante, y este se negó a pagar, el mismo 25 de marzo. El gobierno francés mandó entonces la flota del Atlántico bajo el mando del contralmirante Baudin para establecer el bloqueo de Veracruz, el 26 de octubre de 1838, hasta que se pague la deuda. Baudin disponía de 26 barcos, con unos 4 000 hombres.

El 27 de noviembre, los barcos franceses empezaron a disparar con éxito contra el fuerte de San Juan de Ulúa. Rápidamente, las autoridades portuarias se dieron cuenta de su incapacidad de enfrentar la violencia del bombardeo y pidieron un alto al fuego. San Juan de Ulúa cayó en manos del ejército invasor, el 28 de noviembre. Contra la voluntad del presidente Bustamante, el general Santa Anna decidió seguir peleando. Durante los enfrentamientos consecutivos, perdió su pierna por una herida infligida por un disparo francés. Ya no quedaba nadie para seguir peleando.

A pesar de una que otra escaramuza, la ocupación francesa de Veracruz se prolongó hasta la llegada de una escuadra inglesa, mandada desde Londres para agilizar las negociaciones que empezaron el 6 de marzo de 1839. Apenas tres días después, el 9, se logró una convención preliminar y el 21 de marzo, los dos países firmaron un tratado de paz.

Los barcos franceses salieron de las aguas territoriales mexicanas el 7 de abril, y así se acabo la guerra de los pasteles. Por supuesto, como ocurre comúnmente en tales ocasiones, México nunca pagó su deuda, lo que sirvió más tarde de nuevo pretexto para la Intervención, en 1861.

Covid-19: la verdad, como la mierda, flota

ANTERIOR

¿Si hubiera vacunas contra el Covid-19 disponibles usted aceptaría que se la aplicaran?

SIGUIENTE

Te podría interesar