*¿Surge un país diferente?
*Zozobra ante delincuencia
*La pandemia de la miseria
No sabría de manera puntual, razonable y lógica, el cómo calificar lo que Alvin Toffler, digamos que hace medio siglo (precisamente en 1970) difundió en su libro titulado “El Shock del Futuro” referencias que, en aquellos años calificados como la etapa de los inicios en los ámbitos del desarrollo de la cibernética, planteaban que los procesos de industrialización, obligadamente inducían hacia nuevos espacios con mayores avances tecnológicos, escenarios en los cuales de manera vertiginosa, las generaciones protagonistas (como los de mi edad) del incipiente inicio de lo que incluso se podría calificar como “revolución cibernética”, obligada e ineludiblemente tendrían que transitar del portentoso imperio metalmecánico (herencia de la Revolución Industrial) hacia los nuevos tiempos, en los que a nosotros se nos hacía “casi imposible” el que pudiéramos sumarnos a los impactantes espacios de la cibernética…
Transitar de la metalmecánica hacia la robótica; trasladarnos del duro tecleo frente a la máquina de escribir hacia la suavidad del tablero computacional; dejar atrás el papel mecanografiado para sustituirlo por las pantallas de computadoras, constituyeron retos no simples que para los veteranos de alguna forma siguen siendo, no fáciles de afrontar, tanto así que me causa asombro ver a mis nietos de escasa edad, orientarme sobre lo que debo de hacer, precisamente ante los “caprichos” que ejecuta en mis textos la computadora, sin que aparentemente yo le hubiera girado una orden específica, por vía de “el ratón” o el teclado.
Dicen que nosotros los viejos “somos afortunados” porque formamos parte de una generación que transitó de la para entonces exitosa “Revolución Industrial”, hacia la “Revolución Cibernética”, escenarios que ni esperábamos ni solicitamos, sino que resultaron meramente circunstanciales, como es el caso de la que ya se pretende calificar como “revolución transformista”, la cual, ni los que votaron por “los morenos” se la imaginaban que sobrevendría, como tampoco se imaginaron “La Guardia Nacional” o “La Pandemia”, que sin ser parte del sistema se convirtió en el problema del sistema, mismo que hoy más “nos preocupa y nos ocupa”.
Dicen los analistas expertos en materia de literatura, que en el libro El Shock del Futuro, se trata de analizar el impacto en sentido positivo y también negativo, que generan cambios en todas las esferas del cotidiano transitar de la humanidad, escrito que constituye un tratado del cómo nos adaptamos o (al revés volteado) cómo dejamos de adaptarnos a las anteriores circunstancias, referencias del pasado (hace medio siglo) que de alguna manera las reubicamos, rescatamos o privilegiamos, para adaptarlas o aplicarlas en las evaluaciones del presente, así como del porvenir.
Veterana es también la expresión que se escucha por doquiera: “En cuestión de gustos se rompen géneros” y, aquella otra de excelente contenido: “Cada chango opina de acuerdo a como le fue en la feria”… Y cómo podríamos en éstos momentos aprobar o desaprobar en lo general al Gobierno de la Cuarta Transformación, el que por momentos “pareciera” que intenta retroceder no sólo en prácticas políticas, sino de la misma manera en temas vinculados con la actividad empresarial, laboral y de servicios, como pudiera ser el caso del “Tren Maya”, obra con la cual el autor del “Shock del Futuro” simplemente quedaría descalificado, porque el Tren Maya retornara al uso de combustibles tradicionales, pese a que el mundo entero clama por transportes dotados con tecnología de punta, no sólo por eficacia, sino porque nuestro hábitat se está convirtiendo en un infierno como resultado de la contaminación, siendo el uso de hidrocarburos una de las causas más significativas del envenenamiento global.
Es incuestionable que tenemos petróleo y que debemos aprovecharlo, pero también disponemos de energía eléctrica y de espacios apropiados para poderla generar, todo ello sin tanta contaminación, incluso las hidroeléctricas pueden ser utilizadas tanto para generar electricidad, como para que en el proceso de su generación, se logren elevar los niveles de la calidad del agua que es utilizada para operar los generadores de energía.
Es un contrasentido el que iniciemos programas de transporte en lo general, manteniendo el arraigado concepto de máquinas con tecnología mayormente cercanas al pasado que al presente, pese a los riesgos que ello puede representar para el medio ambiente, que ha sido agredido por décadas por la deforestación y la contaminación de ríos, lagunas y mares, por lo que es impostergable, asumir acciones por parte de todos los gobiernos del mundo, para aplicar programas y modificar esquemas, que nos conduzcan al rescate de nuestro propio habitad y, la única forma que existe para tal objetivo, lo es frenar por todas las vías (incluyendo las vías de comunicación) los riesgosos índices contaminantes que, con claridad, ya nos acechan… Veremos.
Lo que se lee
Ricardo Monreal, figura central en el Congreso de México, refiere que incuestionablemente los efectos de la pandemia, que han dañado de manera significativa la actividad económica del país, representan circunstancian atípicas que obligadamente alteran o modifican diversos programas del Gobierno de la Republica, quien hoy afronta un panorama muy distinto al que se registraba en los inicios del presente año.
Y no queda duda que los apuntes del legislador del bando de la Transformación, se sujeta a la realidad que priva en el país, con los reflejos de una actividad económica que no refiere los niveles de crecimiento apropiados que urgen a México y que, de paso, se requieren para lograr mayor atracción tanto al interior del territorio como hacia el exterior, que favorezcan proyectos e inversiones empresarial refrescando y tonificando la economía mexicana, misma que en el último año y medio no ha consolidado signos de fortalecimiento e, incluso, apunta tendencias hacia la baja.
Millones de mexicanos conforman los círculos de subempleados así como desempleados, millones que con los efectos pandémicos se incrementaron, con tendencias que pudieran originar un colapso mayor de intranquilidad, insatisfacción e incluso rompimiento con la legalidad.
El tema resulta claramente delicado, precisamente porque la actividad delictiva sigue manteniéndose en rangos de elevado riesgo, escenarios que al mismo tiempo originan desconfianza tanto en sectores empresariales de México como del exterior, panorama que se agrega a los vientos negativos por los que ha venido transitando el país, no sólo desde el encumbramiento de la administración transformista, sino desde años atrás… Ya se verá si la tormenta socio-económica decrece.
Lo que se ve
Que hoy mucho más que antes, el “México Tierra de Volcanes” al que se hacía referencia en los remotos tiempos del general Porfirio Díaz, apunte que incluso se escuchaba en ámbitos internacionales, se ha convertido en la actualidad en un país en donde las obligada “nueva normalidad”, como si lo normal no fuera resultado de usos y costumbres y no resultado de Decretos Presidenciales, en un país que después del silencio transcurrido con orígenes pandémicos, retoma actividad pero afrontando los vientos pandémicos en la vía pública, en demanda de que se otorgue asistencia (no limosna) a millones de empleados y trabajadores en lo general, que no han recibido en el transcurrir de varias semanas, e incluso meses, ni un solo centavo, situación que obviamente los coloca en estado más que de indefensión, de elevada ira que por sus propias características está cercana a la agresión.
Y no es de dudar que de continuar la parálisis laboral paralelamente a la ausencia del respaldo oficial para subsistir con dignidad, sobrevenga lo que históricamente se ha sostenido por la misma población, enmarcado en las referencias del bello poema “Los Motivos del Lobo”, marco en el cual la fiera expone: “Para vivir… Tengo que matar”.
Cuidado… Especial dedicación y amplia sensibilidad sumada a comprensión, ingenio, talento y efectividad, debe reflejarse en los ámbitos gubernamentales en nuestro país, para evitar que precisamente “el pueblo bueno” se vea forzado a transformarse en “pueblo malo” por la ausencia del pan para sus hijos, de medicina para el enfermo y de trabajo para subsistir.
La pandemia de la miseria y el abandono, es el peor de los escenarios que se pueden registrar al interior de un país.
Lo que se oye
El único renglón informativo que actualmente compite “al tú por el tú” con los espacios pandémicos, lo es el de los constantes y escalofriantes hechos de violencia que se registran uno tras otro y, en ocasiones hasta de manera simultánea, tanto en el sur, como en centro y norte del territorio mexicano, escenarios de terror que no han decrecido, e incluso en algunos puntos del ensangrentado México se han incrementado.
Las estadistas sobre hechos criminales suben y en ciertos momentos bajan en todo el territorio nacional, pero no desaparecen, hechos que ya se califican por la población incluso calificándolos como “pandémicos”, en referencia a que aparentan representar a un virus de alta capacidad de trasmisión, que de manera efectiva fomenta el desarrollo de nuevos practicantes.
Porque en realidad la totalidad de los mexicanos, incluso impactados por el terror, ya se están acostumbrando a eso, al terror de los disparos, de los asesinatos, asaltos, secuestros, extorsiones, chantajes, cobros de piso, en fin, basta con abrir las estadísticas sobre el tema para percibir con claridad que en materia de inseguridad, las autoridades mexicanas ya se habituaron a la ineficacia e incumplimiento de sus responsabilidades y, no es de ahora, sino de tiempo atrás… Retornamos la próxima semana.