El baldón

Lacayos dañando a la izquierda

Nada le ha hecho más daño a la izquierda en México que los lacayos al servicio del poder en turno. Una serie de innumerables villamelones resentidos sociales, que se autonombraban izquierda progresista mexicana, admirando a tiranos como Fidel Castro o aplaudiendo a asesinos como el Che Guevara, consideraban que eran de izquierda, cuando realmente pertenecían y pertenecen a un sector de la sociedad aspirante a ser atendidos por un buen psiquiatra, para superar sus frustraciones y complejos.

Seudo intelectuales mariguanos, moneros que se venden al mejor postor, cineastas que reciben 150 millones de pesos de ayudas desde el poder, fracasados social y/o económicamente cuya gran necesidad de aceptación los hizo reunirse en grupos de desadaptados, apartados de la sociedad y con el auto aplauso de unos por otros, presumiendo ser progresistas.

Tenían razón en una cosa, el régimen político de México apestaba. Avanzamos lentamente, y de manera muy desigual. Desde el poder político se creó una nueva casta divina, los que AMLO en su momento denominó la ¨mafia del poder¨ y que hoy son sus principales socios en el saqueo de las arcas públicas.

Curiosamente, esos que se autodenominaban de izquierda, hoy son felices y aplauden ¨cómo focas¨ (para usar sus términos y que les sea más fácil la comprensión de este texto), lo que ayer señalaban como una aberración para la libertad y la vida democrática del país.

Estos seudo izquierdistas, fueron adoctrinados por fuerzas comunistas de tendencia leninista de Rusia y maoístas de China. Los peores enemigos de sus propios pueblos, Lenin y Mao, ambos asesinos de millones, fueron los ejemplos que adquirieron éstos ignorantes e iletrados izquierdistas que ayer y hoy presumen los supuestos logros del gobierno en turno.

A todos ellos y a la sociedad en general vale la pena aclarar que aquéllos que defienden un gobierno populista de derecha, destructor de instituciones por las cuales la verdadera izquierda ha luchado por más de un siglo en México, esos que aplauden el incremento de 3.7 millones de pobres, los que se regocijan con la falta de medicamentos que a estas alturas raya en un pequeño genocidio. Los que una y otra vez alaban a López Gatell y López Obrador por su manejo de la pandemia, que por cierto raya en un genocidio deliberado, o cuando menos por omisión. Esos sujetos que miran con buenos ojos que el estado solo aplique la ley contra sus enemigos y que proteja el libre tránsito y negocios del crimen organizado, esos que presumen defender la libertad y la democracia mientras aplauden la participación del crimen organizado en todo el corredor del pacífico. Esos no son de izquierda, son simples lacayos del poder en turno.

Esos son personajes que disfrutan con la desgracia del país. Que ven en López un vengador que destruye todo a su paso. Una sociedad que jamás los reconoció como iguales, porque no lo son.
Una serie de instituciones que se crearon para proteger a la sociedad de los abusos de los gobiernos tiránicos del pasado, hoy están bajo acecho. Y esos lacayos lo aplauden con pretextos nimios, sin argumentos.

Los lacayos aceptan los dichos y chismes emanados desde el circo mañanero. Un verdadero izquierdista exigiría pruebas, y luego denuncias y al final condenas a todos los millones de presuntos corruptos emanados de la boca del presidente. Todos acusados sin mayor prueba que los dichos de una comadre en el mayor lavadero del país. La gente de izquierda es intelectual, comprende que no se acusa sin pruebas, y que cuando se acusa, o se presentan pruebas y denuncias o se consideran calumnias y a quién las expresa se le tilda de mentiroso.

Muchos de esos lacayos que se consideran de izquierda, son felices ya sea cobrando sueldos que no merecen por su incapacidad e incompetencia, o haciéndose ricos desde puestos de poder, a los que llegaron precisamente por su perruna lealtad a un líder populista de derecha. Y a pesar de ello, osan autodenominarse de izquierda.

Piensan que porque participaron en una manifestación como porros. O porque gritaron consignas mil veces repetidas y que de tanto repetirlas ya no significan nada. O incluso, porque en alguna ocasión violaron la ley con bloqueos o enfrentando a las fuerzas represoras del régimen, hoy tienen derecho a medrar del presupuesto público. De ese presupuesto que usted y yo financiamos con nuestros impuestos, porque nosotros si pagamos impuestos, porque generamos riqueza con nuestro trabajo, riqueza reflejada en un salario o en una utilidad. Ellos, los lacayos, siempre han sido y seguirán siendo parásitos.

No importa si se saben de memoria los cánticos de la internacional socialista. No importa que idolatren a Kim Yong Un de Corea del Norte, o a la mítica (para ellos) figura de Fidel Castro, o a Daniel Ortega, o a los Kirchner destructores de Argentina, continuadores de la línea de Perón. Sobre todo no importa, porque cuando les llegan dinero no ganados dignamente (porque no saben ganar dinero dignamente), piensan inmediatamente en placeres capitalistas. Jamás piensan en viajar o vivir en Venezuela. Quisieran vivir en Estados Unidos o Europa.

Ellos saben que México debe aspirar a ser un país del primer mundo, capitalista y desarrollado, pero intentan destruirlo por su profundo odio a un país que no les reconoce mérito alguno, ya que no lo tienen.

Una vez que termine este sexenio de pesadilla, el daño al país y a la verdadera izquierda será muy difícil de reparar. La herencia será el avance de la derecha que tanto odian y envidian. Una radicalización de la política, y el mérito será única y exclusivamente de ellos.

Unos cuantos estarán felices sentados en montañas de dinero mal habido. La gran mayoría de los lacayos, volverán a su triste vida diaria de frustración, rechazo social y a sus charlas de café. Sólo allí serán reconocidos entre sus pares… ¡otros frustrados y fracasados como ellos!
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