Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa. Camelot.
La frase se le atribuyó a Winston Churchill, algunos dicen que se expresó cuando sintió la presión en un período temprano de la Segunda Guerra Mundial, desde aproximadamente mediados de 1940 hasta mediados de 1941. Reino Unido sentía el ataque de los nazis alemanes y eran las horas más oscuras en el mundo, no solo en Inglaterra. Eso le pasó a Veracruz. Vivió el estado sus horas más oscuras, cuando llegó un político que ganó la gubernatura y jamás supo qué cosa era eso. Vivió Veracruz seis años de atraso, de injusticias, de malos manejos, de cero inversiones, descuidos en las carreteras veracruzanas, en seguridad, en el sector salud, pero salieron buenos para los trastupijes, que ahora están saltando a la vista. No solo fue culpa del partido que lo eligió, mucha culpa la tuvo el expresidente que, cuando llegaba a Veracruz, nos lo zampaba en la jeta como un prohombre y llegó a atreverse a compararlo con Ruiz Cortines, un político veracruzano que había sido bien honesto, todo por atacar a sus adversarios políticos, a quien luego el destino llevó a su partido. En las horas más oscuras ejerció con tiranía su gobierno, apoyado por dos de sus compinches, el secretario de gobierno y la fiscala carnala, apresó a sus enemigos, que no adversarios, y les aplicó la Ley de Herodes, les inventaba faltas hasta a la moral, para tenerlos en Pacho Viejo, así lo constataron una vez Dante y Monreal, que por más intenciones y protestas jamás pudieron liberar a su amigo apresado, y ese inepto gobernador se jactaba que aquí solo sus chicharrones tronaban. Lo mismo ocurrió con el ex fiscal Jorge Winckler, a quien tiene preso en cárcel veracruzana, de él se jactó, cosa que inventó, que la nueva fiscala encontró 300 millones de pesos en la fiscalía, que era el dinero de todo el presupuesto, para luego reintegrarlo a la cuenta estatal. Puras jaladas. Fue bueno para el baile y la chapeada de los montes y también fue bueno para devolver el dinero a la Federación, campeón de esas cosas cuando a Veracruz le hacía falta el cash para carreteras y obras públicas. Pero quedó bien con el patrón y por eso ahora, gracias también a que su partido ganó la elección, se irá con impunidad, loco de contento con su cargamento para la ciudad, como el Jibarito. Se ignora adónde vaya y qué cargo nuevo le van a dar, solo le deseamos que le vaya como él mismo trató a Veracruz: con desprecios.