*El virus de la ineficacia
*Fatal remedios caseros
*Pandemia y pandilleros
Que muchos de quienes han perdido a sus padres, a un hermano o uno de sus hijos, ya no digamos a un pariente de menor grado o un amigo cercano, de los que cuando saludamos les expresamos de manera espontánea: “Hermano… ¿Cómo de te encuentras?”, no los pudieron acompañar por lo menos en determinados momentos por el transitar de su agonía, porque las reglas “impuestas por la pandemia” no te lo permiten, normas que privan en los hospitales saturados con contaminados por el virus, tragedia que para México no podrían compararse ni con las que originan las confrontaciones entre chairos y fifís sobre el territorio nacional, escenarios que de proseguir seguramente nos conducirán a otras pandemias, la de la improductividad, el desempleo y el estallido social que históricamente originan escenarios pandémicos tanto epidemiológicos como socioeconómicos, panoramas angustiantes que por el momento tratamos de superar.
Y es que en el caso de México obligadamente se debe de entender, calificar y dimensionar, que cuando apenas tratábamos de identificar y, en lo posible, digerir los escenarios transformistas que entre aciertos y desacuerdos se imponen desde el Palacio Presidencial (en toda sociedad siempre existirá en su presente y fututo un Palacio de por medio) cuando apenas iniciábamos el recorrido apropiado para evaluar alcances y limitantes de la Cuarta Transformación, sobrevino lo que nadie esperaba, una pandemia de características mortales, que debemos obligadamente reconocer, de manera natural se alío a las epidemias que ha padecido nuestro país, como las del despilfarro presupuestal, a las que podríamos sumar la carencia de centros de asistencia médica suficientes en calidad y cantidad, insuficiencia de ingresos monetarios para amplios sectores de la población, fuentes de trabajo que económicamente operan al día y que, por tal debilidad se desactivo de tajo el ingreso del sector laboral, que constituye el principal medio de sustento para la mayoría de los mexicanos, lo que ha originado otra (entre varias) pandemia más: que resulta sofocante, angustiante y de elevado riesgo, porque el hambre sumada a la desesperanza, constituye históricamente el principal aliento pandémico hacia el estallido social.
Claro se advierte en el marco social del país en tiempos como los actuales, los clamores de quienes refieren “aislamiento y respetar la sana distancia… Pero el reclamo de mayorías es: “Y entonces… ¿De que vivirán mis hijos?”.
Porque el México “del cuerno de la abundancia” que históricamente le ha referido como dotado de riquezas naturales, en verdad que de prosperidad real y contundente “tiene puro cuerno” y, señalémoslo con propiedad:
El panorama de clara pobreza en amplios sectores de la población y, salvo cuando mucho, para el ámbito laboral activo de una “medianía pandémica”, han sido por décadas proclamados como “logros de la revolución”, cuando en verdad si resurgiera Don Francisco I. Madero (así, con Don) seguramente entre los actuales “Fifís y Chairos” ya lo tendrían enlistado para ejecutarlo frente al paredón.
Porque las “pandemias sociales” en México no son nuevas, siendo una de las más notorias en las últimas fechas las de los pandémicos partidos políticos, instituciones que en principio son devoradoras de recursos financieros que pertenecen al pueblo de México, pero que por efecto de los “moralmente endémicos” partidos políticos, miles de millones de pesos se desgastan infructuosamente en costos para la subsistencia de aparatos partidistas y procesos electorales, que durante más de medio siglo no conducen sino hacia el bienestar de los poderosos, sumándose a ésos estratos las “nuevas aportaciones partidistas”.
La sociedad de éste país incluyendo a estudiosos del tema, se encuentra sometida invariablemente a las cúpulas del poder económico que comulgan cotidianamente con los sectores del poder político, dirían los cuenqueños “Son lo mismo compa” porque los maquillajes de por medio no logran ocultar el contubernio de los unos con otros, por lo que tales artimañas para el pueblo resultan claras e incluso notorias.
Con el transcurrir de las décadas, elección tras elección, las causas y los efectos nos ratifican que salimos de una para meternos en otra si no igual de peores alcances, porque lo imperante en las contiendas electorales lo es la búsqueda del poder con prioridades de carácter personal o grupal, antes que lo que pudiera interesar y ser urgente para la colectividad en lo general.
La pandemia del coronavirus nos exhibe hoy no como el país que presumíamos tener, porque para empezar nuestras instalaciones médicas son insuficientes y se encuentran desactualizadas, pero tal escenario no es nuevo, lo sabe y lo tiene claro el pueblo de México que ha requerido de asistencia médica desde años atrás y que son atendidos con temerarias demoras en instalaciones públicas frecuentemente saturadas, con filas de enfermos que cotidianamente invaden (por su número y tiempo de espera) las aceras y calles de los entornos hospitalarios, todo ello con el gastado argumento que es mucha la demanda y pocos los recursos tanto de personal como de instalaciones y equipo, para atender con oportunidad a quien requiere de asistencia médica.
¿Acaso se miente cuando referimos los argumentos en cuestión?… Así las cosas, la pandemia en México se encontró para infortuna de los mexicanos, con sistemas de salud pública también totalmente endémicos, padecen de carencia de tecnología, de insuficientes instalaciones e incluso del apropiado número de especialistas y personal médico en lo general, panorama pernicioso que acontece tanto a nivel federal, como estatal y municipal.
Con una población que ya ronda los 130 millones de habitantes, México debería de disponer del doble de capacidad tanto de instalaciones como de personal médico, sobre todo cuando se tiene muy claro que significativo número de mexicanos engrosa los núcleos de pobreza, muchos de los cuales viven de la mendicidad y otros más en los extremados límites de la subsistencia, escenarios a los que se debe agregar que son millones los que no cuentan con recursos para recibir atención médica.
Los escenarios pandémicos de la actualidad, cuando millones se han quedado sin percibir un salario y que no cuentan ni para el sustento diario y, mucho menos para sufragas gastos como el pago de la energía eléctrica, o la renta de su humilde vivienda y menos comprar una medicina, constituye por el grosor del número de afectados, la otra pandemia que viene atrasando al país desde años atrás y que, pudiera identificarse como “la peste de la ineficacia gubernamental”.
Lo que se lee
Que por los muchos vicios que han invadido a la administración de justicia en el territorio veracruzano (como en prácticamente la totalidad del país) resulta incuestionable que se ha convertido en impostergable, el que se evite el tradicional vicio de estructurar investigaciones sobre crímenes “de manera conveniente” para determinados núcleos de poder político, como pareciera que está aconteciendo o, por lo menos, así se refiere en algunos círculos informativos, sobre el caso del lamentable asesinato de la reconocida periodista Papanteca María Elena Ferral, tema sobre el cual han surgido versiones confusas, en el sentido de que en ámbitos policiacos se pretende inculpar a otros integrantes de medios de comunicación, no tanto por “la certeza” de que pudieran estar involucrados sobre el caso en cuestión, sino con la malsana idea de aprovechar las circunstancias para enclaustrar a reporteros (por lo menos por determinado tiempo) que pudieran ser calificados como críticos del sistema…
Cierto, todos exigimos que las leyes se cumplan “caiga quien caiga”, pero evitando el que, de manera radical los investigadores policiacos aprovechen para arrimar agua hacia otros molinos… Ni lo uno, ni lo otro, sino todo dentro la legalidad y la verdad, ello es lo reclama el pueblo veracruzano.
Lo que se ve
Que por acreditarle veracidad a versiones sobre el consumo de productos tóxicos para superar los efectos del coronavirus, pandemia que mantiene aterrorizada a la humanidad, varias personas han resultado intoxicadas e incluso, algunas de ellas con resultados mortales, hechos que han originado comentarios de instituciones médicas para que nadie preste atención a remedios “caseros” o sugerencias erráticas, aplicándose a la idea que los únicos medicamentos recomendados para tales fines son los que el personal médico le indique en caso de contagio, en tanto que sugerencias fuera de dicho contexto, pudieran resultar totalmente adversos para el bienestar de quienes han sido contagiados por la ya en sí peligrosa pandemia.
Lo que se oye
De “ingenuos o inexpertos” podrían ser calificados por parte de la sociedad en lo general, aquellos integrantes de sistemas de seguridad en el territorio nacional y obviamente en el Estado de Veracruz, que pudieran confiar en un ambiente de “mayor tranquilidad” por la disminución en la actividad delincuencial como resultado de la pandemia que nos castiga, referencias que no faltan quienes lo acrediten como reflejo de actos de contrición, por parte de los núcleos delincuenciales que operan sobre el territorio nacional…
Escenario semejante no encuadra en las conductas delincuenciales históricamente registradas, en las que, por el contrario, se advierten referencias de índices de mayor actividad delictiva, escenario que desmiente los planteamientos optimistas pero insostenibles en los marcos de la realidad y de experiencias en tiempos pasados… Ahí la dejamos.