*2022: Duro reto económico
*Desempleo e incompetencia
*Inseguridad agrede tradiciones
En ocasiones claramente intencional y en otras de manera inconsciente (como dicen los mexicanos “le salió casi naturalito”) el actual Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, recurrentemente utiliza “la magia de los efectos distractores” actitud que refiere apuntes que podrían resultar irritables, o irrisorios e incluso escandalosos y fuera de un apropiado razonamiento, incluso con objetivos confusos, que originan la conclusión negativa al interior del conglomerado social, lo que otorga curso hacia la distracción de otros problemas de real envergadura, en lo concerniente al bienestar de la población.
Desde sus inicios hasta la fecha, tales conductas reflejan uno de los estilos mayormente practicados por quien hoy gobierna a los mexicanos, lo que aparejado a formas de actuar claramente protagónicas, nos proyecta un Presidente de la República, dotado de una personalidad y formas de conducta, que han roto con los estilos de gobierno practicados por todos los anteriores presidentes, lo que con todo y sus reducidos aciertos y numerosos yerros, son indicadores de un estilo gubernamental que ha sembrado preocupantes niveles de incertidumbre y preocupación, en variados y amplios sectores del conglomerado social.
Muchos son los analistas tanto al interior del país como en espacios internacionales, que toman nota sobre el acontecer al interior del país y en torno del actual Presidente de México, toma de nota que habrá de referirnos “los bueno y lo malo” de un “proceso transformador” cuyos alcances para bien o para mal, no podrían definirse con puntualidad y notoria claridad sino hasta llegado al final de su sexenio, incluso teniendo en cuenta en la actualidad que ya son menos los días que le restan al sexenio presidencial comparados con los ya transcurridos.
No faltan quienes comentan que los primeros cuatro años de una administración gubernamental sexenal son para emprender obras y modificaciones “en beneficio” del desarrollo integral de la colectividad, mientras que los restantes dos años deben ser utilizados para terminar lo iniciado y afinar los preparativos “para la siguiente transformación gubernamental” porque la verdad en ámbitos de gobierno, cada nuevo gobernantes de un municipio, un Estado o una nación, constituye (para beneficio o para perjuicio) “una transformación”.
Ningún gobernante llega y, ya cumplido su periodo gubernamental se va sin haber reflejado un estilo y forma muy personal de gobernar, incluyendo a los que pudieran ser de los menos productivos, porque precisamente la improductividad habrá de ser identidad de su administración, sin olvidar que también se debe referir efectividad en servicios elementales para bien de los gobernados, como lo son la seguridad, la productividad y obviamente la generación de empleos, así como bienestar en lo general que mucho se vincula con bienes y servicios, entre éstos últimos el referente a la asistencia médica.
Bajo tales reflexiones y ya en el cuarto año del actual Gobierno Transformado vale preguntarnos si ¿Realmente en México tenemos un mejor país, comparado con los panoramas de hace más de tres años?…
La cuenta regresiva de la actual administración gubernamental de rangos federales (y en el caso específico del Estado de Veracruz) se inició a nivel de la autoridad nacional y de la administración estatal, el pasado día primero del presente mes; los veracruzanos tenemos de frente “los avances, los estancamientos y los retrocesos”… Bien valdría la pena que en lo personal y en los entornos de nuestros respectivos núcleos sociales, con serenidad y apego a la realidad de nuestros entornos, procedamos a la serena evaluación de los resultados, el no hacerlo nos puede conducir hacia desinformación e incertidumbre, así como irresponsabilidad.
Lo que se lee
Escriben los expertos (Fondo Monetario Internacional, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, así como el Banco Mundial) que la actual deuda pública que se registra en México, coloca en significativo riesgo el sano desarrollo económico de nuestro país, en renglones sobresalientes como lo es “la capacidad de nuestra nacional para una recuperación sostenible y con igualdad”.
La realidad es que el nivel de deuda pública se ha incrementado en amplios espacios del mundo, incluyendo al territorio mexicano, carga que no será posible superar o equilibrar apropiadamente en el transitar de los espacios que le restan a la actual administración gubernamental transformadora, panorama que obviamente inquieta de manera notable a los sectores productivos de los mexicanos.
Lo que se ve
Cierto es lo que se sostiene en los actuales espacios gubernamentales en el sentido de que “la transformación hacia el desarrollo integral de los pueblos sólo se da con educación y oportunidades laborales”… Tal concepto se ha registrado entre el colectivo social desde siempre, por ello muchas son las familias pobres que desde décadas atrás (¿o serán siglos?) se han sacrificado al extremo, con la finalidad de dotar a sus descendientes de mayor nivel de estudios.
Ante tales referencias históricamente fundamentadas, se deja en claro que tales pensamientos en torno a los escenarios educativos no son una aportación de gobernantes actuales, sino que constituyen un concepto que anida (desde décadas atrás) en multitud de familias mexicanas de todos los estratos sociales… Hechos, historia y retos a los que se agrega la importancia de la capacitación y el estudio, factores insustituibles para alcanzar mayores niveles de bienestar.
Ambos requerimientos han registrado tropiezos en los últimos dos años, más identificados por sus efectos pandémicos que por la ejecución de pasos hacia el desarrollo integral.
Lo que se oye
Segundo año consecutivo en el que persiste (en muchos pueblos y ciudades) la ausencia de la rama “de las naranjas y limas, limas y limones” parte de nuestra cultura muy singular que históricamente representa uno de los escenarios más bellos de los días decembrinos, a los que se agrega la invasión posterior “del viejo que quiere su agua-ardiente” y que ha dejado hijos para el años nuevo.
Violencia pandémica y violencia delincuencial, dañas las tradiciones mexicanas de profundo arraigo, dos factores por los que en las familias limita el que los niños y jóvenes salgan a las calles (y más aún de noche) porque en nuestro país se ha perdido la tranquilidad social, joya desgastada que siembra no sólo niveles de preocupación, sino de terrorífica sensación de inseguridad.