En el libro de la picaresca mexicana se dice que un hombre o mujer dedicados al quehacer político debilitados por sus circunstancias personales o por los avatares del oficio, son tehuacanes sin gas, destapados hace días.
Son frases de la política mexicana patentados en un viejo sistema político que hoy aborrece públicamente Andrés Manuel López Obrador. A contrario sensu, a contrapelo gramatical del sistema que califica como conservadurismo, ha bautizado como corcholatas a quienes aspiran a sucederlo dentro del movimiento que él mismo ha calificado como cuarta transformación, donde el ruin ritual del tapado se terminó, en revoltijo de que “no es lo mismo que lo mesmo”.
En correlación lógica de los usos y costumbres de la política, una corcholata puede estar unida o despegada de la fuente gaseosa, al depender de las circunstancias personales como errores en la forma de conducción pública o privada de sus encargos o por el movimiento de piezas del ajedrez partidista, realizado por una mano más poderosa, podría decirse que son tehuacanes (en alusión a la marca del agua mineral) con gas, es decir, tienen fuerzas y arrestos para llegar a la recta final, a la hora de las definiciones, o por el contrario, han perdido la efervescencia, se han desdibujado por acciones u omisiones propias o ajenas.
Norma Rocío Nahle García carga una losa como El Pípila que es simbiosis de protección, pero también un lastre mortal, medido en cuestión del calendario político que marca el lunes 31 de julio como la fecha fatal para que la refinería Olmeca produzca sus primeros litros de gasolinas y diésel, según dichos en la picota pública o vitrina de exhibición y marcaje de la agenda nacional llamada “La mañanera”.
Es una repetición tropical del mito de Sísifo. Si la zacatecana avecindada en Coatzacoalcos logra escalar a la cima de la montaña empujando la piedra Olmeca, si logra la encomienda presidencial de arrancar las calderas en la planta de Dos Bocas, tendrá en la bolsa la candidatura de Morena y sus rémoras hacia la gubernatura de Veracruz.
Si la piedra se torna muy pesada por las circunstancias políticas que se tejen y destejen cada día, como dicen los puristas, porque la política no es sino va siendo, el peso muerto de la placa de roca que detiene aún los embates de los enemigos declarados o embozados será la piedra bíblica atada al cuello que la hundirá en el mar de la tragedia política.
La losa terminará por arrastrar sus ambiciones políticas hasta el páramo desolado de la derrota a priori porque no será nominada al juego sucesorio del maestro Cuitláhuac García Jiménez.
En el maniqueísmo aldeano sólo hay dos escenarios establecidos, o como decía la dueña de la pensión universitaria a la hora de comer: aquí hay de dos sopas, la de fideos o la de jodeus… ¡Uff! la de fideos se acaba de terminar, gritaba blandiendo un cucharón de madera.
Todavía le queda arena en la clepsidra a la secretaria de energía; de febrero a julio, 181 días larguísimos o breves, según sea la óptica con la que se observe la realidad política.
El tropel de opiniones a favor y en contra de sus legítimas pretensiones de gobernar su estado adoptivo forman parte del ADN veracruzano. El jarocho es sedicente politólogo, operador de campañas electorales y constructor de escenarios favorables o apocalípticos, es confeso practicante de ‘radio bemba’.
La pelotera que se arma en la aldea jarocha por un dictamen de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sólo será un trending topic en las redes sociales, una batahola virtual en el circulo rojo formado entre políticos, partidos y medios de comunicación y la opinocracia veracruzana.
La revocación de la SCJN de la llamada “Ley Nahle” en Veracruz, aprobada en agosto del 2022 por la LXVI Legislatura veracruzana, permitía competir por la gubernatura a los no nacidos en terruño jarocho, ha incendiado la pradera de este microcosmos.
La modificación al artículo 11, fracción III, de la Constitución veracruzana, aprobada por la mayoría de Morena en el Congreso local y publicada días después, el 11 de agosto, en la Gaceta Oficial de la entidad, preveía que pasan a ser veracruzanos aquellas personas que tengan al menos un hijo nacido en la entidad o si tienen una residencia efectiva en el estado de al menos cinco años.
Antes de agosto del año pasado, la constitución veracruzana sólo preveía como veracruzanos a quienes hubiesen nacido en el estado o a los hijos de padre o madre nativos del estado, sin importar si nacieron en México o en el extranjero.
Más allá de los pataleos, el articulo 116 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, reformado el 26 de septiembre de 2008, permite a Norma Rocío Nahle García aspirar a una candidatura por Veracruz «sólo podrá ser gobernador constitucional de un Estado un ciudadano mexicano por nacimiento y nativo de él, o con residencia efectiva no menor de cinco años inmediatamente anteriores al día de los comicios, y tener 30 años cumplidos el día de la elección».
¿Qué sucederá? ‘Saaaber’ decía el tío Santiago cuando filosofaba sobre el ser y el derrotero de la vida.
“En política lo seguro es lo inseguro” decía don Jun Maldonado Pereda al sintetizar la veleidosa práctica del hombre en el contrato social, más caprichosa que la donna è mobile de Verdi en oda al carácter femenino.
En robo de frase de Adolfo Ruiz Cortines, citado por José Luis Enríquez Ámbell: “pa’que adivinar lo que se va a saber”.
Lo cierto es Massive Caller publicó una encuesta en la víspera del dictamen de la SCJN donde Morena puntea con 53.0 por ciento las preferencias, muy por encima de la tambaleante coalición PAN, PRI, PRD, que alcanza un magro 21.9 por ciento.
Huelga escribir que Rocío Nahle García encabeza la lista en Morena con un porcentaje de aceptación del 35.3 % , casi diez puntos arriba del puntero de la oposición, Miguel Ángel Yunes Márquez, quien saca 24.4%.
Después de la señora Nahle, se encarta, aun contra su voluntad expresada voz en cuello, Ricardo Ahued Bardahuil, alcalde xalapeño, quien cosecha un 15.8%, un pelito arriba del priista Pepe Yunes que alcanza el 15.7%.
Y eso que aún se ve lejos la fatídica séptima entrada, como decía don Pedro “Mago” Septien en sus comentarios de beisbol.