Aun no son los tiempos y los precandidatos ya andan como desesperados prometiendo, engañando a los votantes. Aguas.
¿Por qué tanta desesperación electoral endógena de algunos mal llamados precandidatos a los futuros comicios?
Eso se observa en los municipios “pequeños” donde los partidos políticos en una obvia ambición de poder arremeten contra la mente y el alma de algunos ciudadanos que se han dejado someter por la ilusión de ser electos por el pueblo.
Pero en la mayoría de estos precandidatos tendríamos un rosario de ineficacia, ineptitud, ineficiencia tal, que a los mismos les convendría, digo en su mayoría, mejor no salir a hablar de asuntos electorales por mucho tiempo.
Pretenden con su verborrea idiotizar a multitudes con vanas promesas como si trataran a infantes inocentes e incapaces de defenderse solos.
Ya no son los tiempos de antes que prometían que en el pueblo nunca más iba a temblar. Ahora, los votantes son más inteligentes, habidos de conocer a fondo a los personajes que pretenden gobernar.
En redes sociales, se nota la lapidaria y sangrienta crítica de quienes buscan defender sus pretensiones sin fundamento.
Los precandidatos, que aún no son los candidatos, deben tomar como termómetro esa plataforma. Así que ese es un llamado a los ilusos, que aún no se han dado cuenta de sus carencias humanas, políticas, éticas y sociales, y tal vez lo recordarán abruptamente cuando se estrellen en la pared cuyos ladrillos son el pueblo unido que no cree en su demagogia.
Hay muchos precandidatos y de esos no se hace uno. Cada quien está reciclando promesas de campaña de pasadas elecciones. El agua potable, el apoyo al campo, a los floricultores, al comercio. La seguridad. La obra pública. La idea que tienen es atraer el mayor número de votos.
Y como cada proceso electoral, la oferta de los aspirantes del PRI, PAN, PRD, PT, PVEM, Morena, Movimiento Ciudadano, Frente Cardenista, Podemos, Fuerza por México, Todos por Veracruz, Unidad Ciudadana consiste en “rescatar” al pueblo y muchos de esos discursos forman parte de las promesas a olvidar.