El 19 de junio de 1867, el efímero Emperador de México, Maximiliano de Habsburgo, era fusilado en el Cerro de la Campana, en Querétaro, junto con sus generales, Tomas Mejía y Miguel Miramón. En aplicación directa de su propia ley promulgada en octubre de 1865, que condenaba a la muerte a todos los insurgentes armados, Maximiliano es pasado por las armas, sin vacilar, por el gobierno legal del presidente Benito Juárez.
La noticia provoca inmediatamente una gran emoción en Francia, desde las autoridades imperiales hasta los mas destacados representantes de la oposición, entre ellos el escritor Víctor Hugo. En julio del mismo año, el pintor republicano Edouard Manet decide dedicar un cuadro a este evento dramático. Manet apenas empezaba a interesare en la pintura histórica y sus conocimientos sobre México eran muy escasos. Además, el tema no era sólo histórico, sino político.
Tomando su inspiración preliminar en el famoso cuadro Tres de Mayo de Goya, dedicado a los insurgentes madrileños contra el ejército de Napoleón I, Manet dibuja un primer esbozo, donde los soldados visten sarapes y sombreros mexicanos. Paulatinamente, obtiene más detalles sobre el fusilamiento en los relatos del periodista Wolff, en Le Figaro del 11 de agosto. El periodista comenta varias fotografías que se le comunicaron, pero no sabemos si Manet las vio.
Manet empieza entonces a esbozar otras versiones del cuadro, hoy expuestas en Boston, Londres y Copenhague, hasta lograr la versión final que se encuentra ahora en el museo de la ciudad de Mannheim en Alemania. También reproduce uno de sus ensayos en una litografía para facilitar la difusión de su trabajo. Manet quería presentar su obra en el salón de París de 1868 pero tuvo que renunciar frente a la censura del régimen napoleónico. Lo mismo ocurre en 1869, pues el comité de censura hasta prohíbe la difusión de la litografía.
No resulta sorprendente, pues el cuadro, a la diferencia de su primer esbozo, constituye una acusación directa contra la Francia de Napoleón III. La versión final muestra seis soldados anónimos, pero en uniformes franceses, dando la espalda al espectador, mientras el oficial encargado de dar el golpe de gracia queda aparte, armando su rifle. Este individuo, representado de frente, presenta cierto parecido, por su barba y su bigote. con el propio Napoleón, lo que fue considerado como una alusión directa.
Maximiliano ocupa el lugar central, entre Mejía ya muriendo y Miramón, al que toma por la mano. Detrás del muro en que los tres están adosados, algunos espectadores horrorizados evocan al pueblo mexicano. La pintura emblemática de Manet, la más famosa obra dedicada a la ejecución de Maximiliano, sería entonces un saldo de cuentas entre franceses.
Tal cual, constituye una acusación violenta contra el régimen imperial francés. Zola escribe: “Comprenderán Ustedes el miedo y la ira de los censores. Un artista no vacilaba en echar en sus caras tanta ironía, la Francia fusilando a Maximiliano.”
