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MEMORIAS Y DESMEMORIAS DEL GRITO DE INDEPENDENCIA

La ceremonia del Grito de Independencia ha tenido diversos matices a lo largo de su historia, dependiendo de sus contextos y presidentes en turno, que bien merecen recordarlos para comprender críticamente nuestra propia identidad y poder contextualizarla en un mundo amplio y cambiante.

De entrada, se desconocen las palabras textuales con las que Miguel Hidalgo llamó al levantamiento en armas, aunque, de acuerdo con testimonios indirectos, en la arenga que pronunció hace 209 años, el ‘Padre de la Patria’ gritó: “¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Viva la América, por la cual vamos a combatir!”. No obstante, en el oficio publicado por Manuel Abad y Queipo, obispo electo de Valladolid de Michoacán en la Gazeta Extraordinaria del Gobierno de México, fechada el viernes 28 de septiembre de 1810, se lee, textualmente, esta inscripción: “…E insultando á la religión y á nuestro soberano D. Fernando VII, pintó en su estandarte la imagen de nuestra patrona nuestra Señora de Guadalupe, y le puso la inscripción siguiente: Viva nuestra Madre Santísima de Guadalupe. Viva Fernando VII. Viva la América. Y muera el mal gobierno…”

¿Habrá sido este el grito? Nunca lo sabremos. Lo cierto es que la arenga no se dio en la plaza principal en la noche del sábado 15 de septiembre, ni durante la madrugada, sino alrededor de las ocho de la mañana del día siguiente, hora en que el cura oficiaba la misa dominical en la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, y que los pobladores no acudieron de forma inmediata al llamado, debido a varias circunstancias.

Según el cronista Javier Antonio Juárez Bobadilla, fue desde el balcón de El Chapitel, una casa que se encuentra frente a la Plaza de Armas de Huichapan, Hidalgo, donde Ignacio López Rayón efectuó el primer Grito conmemorativo de libertad el 16 se septiembre de 1812.

Posteriormente, en las postrimerías del siglo XIX, surgió la creencia generalizada de que el Grito se da el 15 de septiembre, debido a que Porfirio Díaz lo cambió de día, aprovechando que su cumpleaños coincidía con dicha fecha, lo cual es falso, de acuerdo con la investigación de WikiMexico. Conforme a esta fuente, el gobernante que por vez primera utilizó tanto el discurso como las arengas para recordar al inicio de la Independencia y salió a un balcón para dirigirse a la gente fue Maximiliano de Habsburgo.

El emperador entró a la ciudad de México en junio de 1864 y, en septiembre, viajó al pueblo de Dolores. A las diez de la noche del 15 visitó la casa de Hidalgo y, una hora más tarde, desde el balcón de la misma, leyó un discurso donde elogiaba la figura del Padre de la Patria y convocó a todos los mexicanos a la unión y a la concordia. Un hecho impensable para los conservadores.

Ya durante el gobierno porfirista, se sustituyó los discursos por una breve arenga al pueblo, desde el balcón central del Palacio Nacional, y la verbena popular comenzó a organizarse en la Plaza Mayor de la ciudad de México. En 1896 se trasladó la campana de Dolores a Palacio Nacional y eso convirtió a la fiesta del Zócalo en un símbolo.

En el centenario del inicio de la Independencia, Porfirio Díaz gritó desde el balcón central de Palacio Nacional: “Mexicanos: ¡Viva la república!, ¡Viva la libertad!, ¡Viva la Independencia!, ¡Vivan los héroes de la patria! y ¡Viva el pueblo mexicano!”

Sin embargo, al momento de tocar la campana, ésta no sonó, ya que algunos partidarios de Francisco I. Madero -que se encontraba preso en la penitenciaría de San Luis Potosí luego del fraude electoral de junio de 1910- lograron ponerle un trapo al badajo de la campana, fechoría que se corrigió en el momento y el festejo continuó.

Después de la Revolución Mexicana, Lázaro Cárdenas fue el primer presidente en volver a Dolores Hidalgo para celebrar el Grito en 1940, en el que vitoreó la transformación social lograda durante su sexenio.

Veinte años después, Adolfo López Mateos ordenó la construcción de 31 réplicas idénticas de la campana original que tañó Miguel Hidalgo, las cuales, a partir de entonces, se hacen sonar en todas las capitales de la República Mexicana en las fiestas patrias.

El 15 de septiembre de 1968 hubo dos ceremonias del Grito. La revista de la UNAM narra que una se efectuó en el Zócalo, en Palacio Nacional, desde donde el presidente Gustavo Díaz Ordaz recordó a los héroes de la Independencia en medio del descontento social, y otra en Ciudad Universitaria, donde Heberto Castillo Martínez se dirigió a los estudiantes mediante un apasionado discurso. Después de los lamentables acontecimientos de Tlatelolco, en las fiestas patrias, Díaz Ordaz llamó, además, a la concordia entre los mexicanos.

En 1975, Luis Echeverría Álvarez agregó no sólo a Juárez, sino a los países del Tercer Mundo. Al siguiente año, evocó a los héroes incluyendo sus apelativos (Hidalgo, el Padre de la Patria; Morelos, el Siervo de la Nación, etcétera).

Por su parte, José López Portillo destacó, en la arenga septembrina de 1982, la soberanía nacional tras el desastre económico que dejó su administración neoliberal.

El Grito del 15 de septiembre de 1985 fue el preámbulo del desastre natural más devastador en la historia de nuestro país, que cobraría la vida de aproximadamente 10,000 personas. No obstante, la unión de los mexicanos rebasó la capacidad de respuesta del gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado ante la referida tragedia.

Carlos Salinas de Gortari, aunque escueto en su retórica, incluía personajes históricos que no habían participado en el movimiento de Independencia, tales como los Niños Héroes, Juárez o Zapata.

Vicente Fox, evocó la unidad nacional y la paz, después de los atentados terroristas de Nueva York, en 2001. Sin embargo, se mostró indolente ante los aproximadamente 600 mexicanos indocumentados que fallecieron en dicha catástrofe. En 2006, después del fraude electoral, y ante la irritación social, la ceremonia del grito se efectuó en Guanajuato en medio de un fuerte dispositivo de seguridad.

La ceremonia patria de Morelia, Michoacán, de 2008 será recordada por un atentado terrorista perpetrado con granadas de fragmentación por algún cártel del narcotráfico que, de acuerdo con cifras oficiales, cobró la vida de 8 personas y 132 resultaron heridas.

En 2010, el gobierno federal gastó 667 millones de pesos en la fiesta del Bicentenario de la Independencia, sin contabilizar los más de mil 304 millones de pesos que costó la polémica “estela de luz”, mejor conocida por los capitalinos como la “suavicrema” o monumento a la corrupción del gobierno Felipe Calderón Hinojosa

Y, finalmente, Enrique Peña Nieto fue el mandatario más vituperado que, además, cometió errores frecuentes durante las ceremonias del Grito como leer casi siempre el texto alusivo a los héroes; la arenga exprés de 2016 y, en 2018, el fallido intento de representar un corazón con las manos al finalizar el ceremonial y saludar a las multitudes frente a Palacio Nacional, haciendo el ridículo.

Como hemos visto, cada ex presidente ha puesto su sello personal en las arengas proclamadas a lo largo de la historia durante la ceremonia del Grito de Independencia, las cuales han sido reflejo de los regímenes, estilos de gobierno y la gobernanza misma, factores que despiertan la tolerancia o rechazo popular expresados, precisamente, en el festejo alusivo a la emancipación de nuestro país.

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