El baldón

México alabando al imperio opresor

Los mexicanos tenemos una enorme predilección por modificar la historia. Peor aún, considerarse herederos de los opresores vencidos, en lugar de considerarse hijos de los vencedores de aquélla épica batalla que terminó el 13 de agosto de 1521.

La historia de México nos muestra que toda la zona central de nuestro país se fue poblando por distintos grupos étnicos que venían en migración desde las planicies del norte de América.  Los grupos Nahuas que fueron los últimos en llegar, venían de una región que hoy ubicamos en el estado de Utah, en Estados Unidos.

Por alguna extraña razón, cuando se decidió inventar los mitos que conforman la historia de México, se enaltece a los Mexicas, un pueblo que llegó por allá del año 1325 al valle de México. Pueblo tratado inicialmente como paria, que pasó de ser proveedor de mercenarios para el señorío de Atzcapotzalco, a convertirse en la fuerza dominante.

Con este breve resumen, podemos ver, que mientras la historia de Mesoamérica puede rastrearse a ciudades espléndidas desde el año 400, los mexicas llegaron en 1325 y para 1521, es decir, 200 años después fueron derrotados por una coalición de pueblos indígenas.

La opresión generada por los mexicas fue enorme, generando un brutal descontento en el resto de las naciones mesoamericanas, que eran explotadas mediante la exigencia de tributos en especie, y lo más grave aún, tributos en seres humanos, para ser sacrificados en la pirámide del sol, ya fuera desollados, o sacando el corazón todavía latiendo, y empujando los cuerpos a lo largo de las escalinatas.

Así, cuando llegan los castellanos a Mesoamérica, encuentran naciones enemigas de los mexicas, ávidas de un liderazgo que los liberara de sus opresores.    

La idea de unir a los pueblos oprimidos para luchar contra los mexicas, surge de el Cacique de Zempoala:   “Bernal Díaz del Castillo dice: Chicomacatl (Cacique Gordo) les plantea a los castellanos que los mexicas son poderosos, que han conquistado una extensa serie de áreas, valles y regiones, pero que hay gente como él que está en contra de los mexicas. Entonces le dice que uniéndose, ligándose no solamente con ellos sino con Tlaxcala, Huejotzingo y Cholula, podrían enfrentarlos”, explica.

Fue en Quiahuiztlan donde los totonacas iniciaron la rebelión contra los mexicas, añade Corona Sánchez, pero le echaron la culpa a Hernán Cortés cuando golpearon y amarraron a los recaudadores de tributo enviados por el gobernante mexica, Moctezuma.

Los pueblos que se unieron a la propuesta de rebelión contra la opresión Mexica fueron:   los tlaxcaltecas, los totonacas, los cholultecas. Cempoala, Quiahuiztlan, Chalco, Xochimilco, Azcapotzalco y Mixquic entre otros.

Los que inventaron el mito de la historia de los aztecas afirman que fue una traición. No pudo ser un acto de traición ya que no existía una nación indígena en todo Mesoamérica, sino que existían todas las naciones indígenas que conocemos, algunas actuando como opresoras como Tenochtitlán,  Texcoco y Tacuba, y el resto como oprimidos.  Así, luchar contra el opresor que demanda tributos en especie y en seres humanos no es más que un acto de defensa propia.   El mito de la traición, es un engaño más de quienes escribieron a su conveniencia la historia de México.

La llegada de los castellanos ofrecía una oportunidad estratégica para los pueblos sometidos. La habilidad militar de Cortés, aunque basada en fuerzas relativamente pequeñas, se veía complementada por la tecnología avanzada de las armas de fuego, los caballos y las armaduras de hierro, pero sobre todo, la experiencia militar propia del renacimiento, comparada con las guerras de la edad de piedra propias de Mesoamérica. Los líderes indígenas comprendieron rápidamente que una alianza con Cortés y sus hombres podría ser la clave para derrotar a los Mexicas, algo que no habían logrado por sí solos. Esta perspectiva militar y de supervivencia resultó crucial en la decisión de unirse todos los pueblos oprimidos bajo el liderazgo de Hernán Cortes.

En resumen, la alianza de diversos pueblos de Mesoamérica con Hernán Cortés contra los Mexicas fue el resultado de una combinación de opresión, estrategia militar, divisiones internas y creencias religiosas. Comprender estas razones nos permite tener una visión más completa y matizada de este periodo crucial en la historia de Mesoamérica.

Por todo lo anterior, el 13 de agosto de 1521 debería de celebrarse en México como una fecha de triunfo y liberación, ya que los pueblos de Mesoamérica, ese día se liberaron del yugo brutalmente opresor de los Aztecas o Mexicas.   Y sin embargo, a la fecha, acorde a los mitos inventados durante la creación de una nacionalidad por parte del Partido Nacional Revolucionario, la mayoría de los mexicanos considera esa fecha como la de una derrota.

Lo más extraño, es que la mayoría de los mexicanos que no nacieron ni viven en el valle de México, e incluso, quienes viven en la zona de Atzcapotzalco, se consideran descendientes del imperio Mexica, cuando su cultura no duró ni 200 años, y lo único que la hizo brillar, fue apropiarse de la cultura y religión de etnias que ocuparon toda Mesoamérica, y de la cual, los mexicanos actuales somos los legítimos herederos. 

Nadie que conozca de historia podría considerar la caída de Tenochtitlán como una derrota propia. Y sin embargo, la mayoría de los mexicanos así lo considera.   En lugar de entender que esa fecha, es una fecha de triunfo y liberación de los verdaderos pueblos originarios.

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