¡¡¡ Que, en estas fiestas, la magia sea tu mejor traje, tu sonrisa el mejor regalo, tus ojos el mejor destino, y tu felicidad mi mejor deseo!!!
¿Se puede concebir la celebración de la Noche buena sin el pavo tradicional?
Las hogareñas fiestas que empiezan en navidad siguen hasta el Año Nuevo, y el pavo sigue figurando también lo mismo en las comidas del hogar, que en las que ofrecen los restaurantes en todos esos días. Primero, el pavo de rigor, y después todo los demás. Lo mismo en Berlín, Francia que en París; en Londres, España que en Moscú; en Washington o en Canadá y hasta en Tokio y Pekín, que han comenzado a introducir la Navidad, obligados por las colonias extranjeras, el pavo al horno, el pavo trufado, el pavo al pastor, etc., es obligatorio en la cena de la última semana del año cristiano. El guajolote, pavo, cócono, “meleagris mexicano”, como se llama científicamente, se debe a México.
El mundo ignoraba la existencia de ese bípedo; los vasallos de Moctezuma lo descubrieron en estado salvaje y ofrendaron el descubrimiento. Moctezuma el magnífico, se propagó a todo el orbe la exquisita vianda como única digna de celebrar la fiesta de Dios. Sin el “hueyxòlotl” que se traduce como el viejo monstruo en alusión al gran tamaño del macho y sus exuberantes plumas ornamentales, adornado por una roja y desnuda cabeza y un trozo de piel que cuelga de su frente conocido como moco. Los aztecas, le relacionaban con el Dios Tezcatlipoca y las deidades del sol y de la vida. El “guajolote” es una aportación de México a la Navidad en el mundo.
LAS PIÑATAS
Uno de los elementos característicos de las posadas mexicanas son las piñatas. Sobre su origen existen diversas versiones, por ejemplo, una de ellas indica que provienen de Oriente, principalmente de China, de donde fueron llevadas por los árabes a España y Sicilia, y de ahí a América. Historiadores establecen que en el libro el millón del navegante mercader veneciano, relata sus viajes a Catay y Mangi, China. Relata entre otras cosas que las piñatas son originarias de China, las utilizaban para las celebraciones de año nuevo, esculturas huecas de animales rellenas con semillas, que rompían con palos. Esta tradición Marco Polo la llevo a Italia y de ahí se propago al mundo.
De acuerdo a estudiosos de Antropología e Historia y conocedores de las Artes Populares de la Ciudad de México, las ollas de barro eran decoradas con plumas y llenas de pequeños adornos para celebrar el nacimiento del dios azteca Huitzilopochtli. La olla se rompía con un palo y los pequeños tesoros quedaban derramados como ofrenda a los pies del dios; era una representación entre el bien, el niño que golpearía el recipiente y el mal, el recipiente en sí.
El caso de los mayas fue distinto, aunque también el destino de la piñata era terminar hecha trozos, la historia relata que ellos practicaban un juego de nombre Pa’p’uul, que significa “rompe el cántaro”. La actividad estaba pensada para los niños, quienes tenían que buscar los cántaros de barro adornados para después romperlos con un palo. El objetivo era hallar una sorpresa que guardaban: un animal silvestre.
En 1587 los misioneros españoles durante el proceso de la evangelización utilizaron por primera vez una piñata de picos, y de manera didáctica para atraer conversos al catolicismo la utilizaron como una parábola del enfrentamiento del bien contra el mal.
En la cultura actual mexicana, la piñata clásica luce como una estrella con 7 picos. Los siete picos de la piñata, representan los siete pecados capitales. La idea de la lucha de la humanidad contra sus pasiones, por eso sus picos simbolizan los pecados capitales soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.
Romper la piñata, significa la destrucción del mal y el triunfo del bien. Tapar los ojos a la persona que le pega a la piñata, significa la fe ciega. Lo que se derrama de la piñata significa las cosas buenas, colaciones, son los dulces que caen de la piñata y representan las recompensas y dones por vencer al pecado.
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