*Solamente en los sueños somos libres. El resto del tiempo necesitamos el sueldo. Camelot.
Revisando los tuiters y los contactos, encontré uno que me pareció chistoso, era del nuevo secretario de Comunicaciones de AMLO, Javier Jiménez Espriú (31 de julio de 1937, edad 81 años, Ciudad de México), ese que va a venir a lidiar con las mugres autopistas de Capufe y con los esqueletos en el armario que le dejó en la secretaría de Comunicaciones, el inefable secretario del socavón, Gerardo Ruiz Esparza, que quizá también se vaya a vivir a España, como su jefe Peña Nieto se va a un rancho, según revela el diario El Universal, tomará el presidente su año sabático, para descansar. No le ocurrirá lo que a Javier Duarte de Ochoa, que en una entrevista hace nada dijo que al terminar su sexenio pedía dedicarse a descansar día y noche, y se lo cumplieron, solo que a él en la cárcel.
El secretario, que apenas tiene 30,795 seguidores, tuiteó el pésame de una muerte:
“Triste por la muerte de la gran Monserrat Caballé. Gracias por los momentos maravillosos que nos dio y los que nos deja”.
Como quien esto escribe andaba de fiaca y de buena vena y sin quehacer, le respondí allí mismo:
“Déjese de dar pésames y póngase a chambear y comience a conocer las mugres autopistas de @Capufe, que están para llorar y las tardanzas en las casetas de cobro”.
Este hombre, Jiménez Espriú, Premio Nacional de ingeniería, director de Mexicana, subsecretario de Comunicaciones y subdirector de Pemex, a sus 81 años tiene quizá la mayor chamba de este gobierno. No solo el aeropuerto, donde andan enredados los mismos de Morena, y ya su patrón les dijo que no opinen, que se calmen porque nomás la riegan, tendrá que revisar todos los contratos espurios y de amigos que deja Ruiz Esparza, tendrá que retirar la concesión de las tarjetas IAVE, que el mismo Ruiz Esparza otorgó al principio del sexenio al dueño de Viva Aerobús y dueño de 3 mil camiones, Roberto Alcántara, del Grupo Atlacomulco, quitárselas desde el primer día y que las opere el estado, como hace España con sus trenes y sus autovías. Si no lo hacen es que ya están de acuerdo la Cuarta Transformación y los fugados al destierro en España, bendita tierra.
LA CUAUHTEMIÑA
Cuauhtémoc Blanco, jugador extraordinario de la selección, rudo y camorrero, desde que dejó el futbol abrazó la política. Se le fueron dando las cosas ante el hartazgo de los políticos y, de la noche a la mañana, se vio sentado como gobernador de un estado, Morelos. Alejandro Encinas dijo que no lo iba a hacer peor que Graco Ramírez. Ese hombre que también llegó de activismo social y se encaramó a la gubernatura. Cuau llena su equipo con árbitros y gente del América, para corroborar aquello de que se gobierna con los de uno, y mete como vocero a aquella luminaria que anunciaba los cambios en el estadio Azteca, una voz inigualable, inconfundible. Se ha visto ya con otro genio, Diego Armando Maradona, y un Meme por allí los retrata, cuando al lado de su patrón, AMLO y de la cantante Belinda, los canijos de las redes sociales les asestaron el siguiente texto: “Algún día le tendré que contar a mis nietos que yo viví en la generación que vio a AMLO, al Cuau y a Belinda encabezando la política de nuestro país… aun no sé cómo se los explicaré”. Moles.
LA MUERTE DE CHARLES AZNAVOUR
Murió Charles Aznavour. La música está en silencio. El mundo está de duelo. Venecia se quedó sin él. Francia le rinde tributo y el mundo entona Venecia sin ti.“En Francia, los poetas nunca mueren”, dijo el presidente Emmanuel Macron, parado junto al féretro envuelto en colores azul, blanco y roja. Junto al ataúd había una corona con los colores de Armenia. “Durante casi un siglo fue él el que nos hizo vivir. Nos deja un gran vacío. Nos hizo la vida más dulce, nuestras lágrimas menos amargas, más ligeras”, comentó el presidente galo, en un discurso dedicado al artista. “Aznavour estaba enteramente dedicado a Francia, un gran ciudadano de Francia, pero él era también un gran embajador de Armenia. Los problemas de Armenia eran los suyos”, declaró en el presidente armenio Nikol Pachinian.
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