Bajo el simple título de “Miró”, el Museo del Gran Palacio, situado en el Octavo distrito de París, presenta una retrospectiva que cubre los 70 años de creación del artista Joan Miró. A través de 150 obras, el público recorre la evolución técnica y estilística de este pintor, pero también escultor y ceramista.
Nacido en 1893 en Barcelona, Miró se inspiraba de su tierra catalana aun cuando vivía una parte del año en París y en Palma de Mallorca dónde disponía de un enorme taller. Ese gran espacio de trabajo se puede apreciar en una proyección en la que el artista explica su metodología creativa. Aunque practicó el cubismo, nunca fue miembro de escuelas o grupos, él desarrolló su propio lenguaje artístico.
Su estilo requiere de una atención importante pues no representa la realidad, Miró trabaja con un sistema de signos cuya interpretación provoca la imaginación del espectador, incluyendo la de los niños que forman parte de los numerosos visitantes de esta retrospectiva. Sobre fondos monocromos como fragmentos del cielo o de la tierra, Miró ilustra formas que evocan sus sueños y sus ideas. El mismo resume su actividad pictórica con la siguiente frase: “Para mí un cuadro debe ser como un destello. Es necesario que deslumbre como la belleza de una mujer o la de un poema”.