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NO DAR LA MANO 

Columna Acertijos de Gilberto Haz

De Churchill: “Un apaciguador es alguien que alimenta a un cocodrilo esperando que se coma al otro antes que a él”. Camelot.

En la política, como en la vida, hay veces que no se quiere dar la mano a alguien que llega a extenderla. Por ejemplo, en la política ahora con los últimos sucesos del round entre Alito Moreno y Fernández Noroña, no creo que ninguno de los dos quiera extender la mano al otro, más bien lo probable es que se tiren unas cachetadas guajoloteras o unos empujones, como el metiche que se le atravesó con su cámara a Alejandro Moreno y, como es hombre mamado y fuerte, se fue de nalgas el pobre hombre interruptor. En una pelea nunca hay que meterse en medio, hasta el mismo réferi, que es profesional, anda de ladito porque un golpe desviado le pega a él.

Dar la mano nace de una leyenda.  El darse la mano es una costumbre muy antigua que ha servido como saludo a lo largo de los siglos y en gran parte del mundo, no sólo en los países occidentales. Esta tradición o costumbre la podemos fechar en los días en los que las personas habitaban en pequeñas comunidades aisladas cazando para comer y por lo tanto el contacto con otras civilizaciones era escaso o nulo. Por lo que cuando aparecía algún extraño, como se le tomaba como amenaza, lo que hacían era dar la mano para indicar que no llevaba ningún arma. Se daba la mano derecha, porque la mayoría de las personas son diestras y así indicaban que estaban desarmados. Lógicamente esto era toda una ventaja para los zurdos que querían atacar por sorpresa a otro. Situándonos ya en la Edad Media, estrechar la mano simbolizaba que no se llevaba ningún arma bajo la ropa, las mujeres no estrechaban la mano ya que no eran percibidas como amenaza. Es otro motivo de que sea la mano derecha la que se use en el saludo, ya que la mano izquierda está asociada a fines higiénicos. Y nunca se utiliza para comer, dar o recibir, ni tampoco para saludos. Nietzsche decía que Dios les daba la mano a algunos creyentes, pero que luego procedía a lavársela por ser muy hipócritas.

SALUDOS IMPERIALES

En aquellos estrechones imperiales, cuando se formaban fila para saludar al presidente en Palacio Nacional, cuando acababa de protestar como mandamás, a Carlos Salinas, que era debilucho de mano, le ponía el Estado Mayor Presidencial, por órdenes de los médicos, una vendoleta elástica en la mano derecha, pues cinco horas después terminaba con la mano amoratada. El presidente Ruiz Cortines, viejo sabio, no le gustaban tantos apretones y saludos, tenía una buena técnica, se ponía su sombrero Tardán al pecho, tomándolo con la mano derecha y nadie lo podía saludar, menos abrazar. En la era moderna, si las mujeres no te estiran la mano, ni lo intentes. Es de mal gusto.

Algo que vino a salvar los saludos anti-higiénicos, fue el Covid, la primera recomendación fue ponerse un protector en la cara para la respiración y contaminación y luego, no dar la mano, así como estornudar de a ladito o cubriéndose. Hasta la fecha, cuando se desayuna en grupo quien llega saluda con el puño cerrado, por aquello de los microbios que se traen, igual cuando va uno a los hospitales y entras como Messi driblando a los virus y bacterias. Así llegó a comportarse la humanidad después de ese flagelo que mató a muchos, quitó el saludo de manos. Bien hecho.  

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