*La negativa de México
*El polémico aeropuerto
*Veracruz regresa dinero
Pese a que en los espacios de la actividad productividad, persisten niveles de preocupación frente al futuro inmediato de la economía mexicana, en el exterior del país y desde la perspectiva de los especialistas del Fondo Monetario Internacional, se refiere que el Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador “ha mantenido satisfactoriamente la estabilidad económica en un periodo desafiante”, acreditando que la economía mexicana podría crecer hasta en un 6.2%, apunte que obviamente levanta polémicas “entre los unos y los otros”.
Ante tales referencias diversos analistas sobre el tema económico nacional, refieren que en los renglones donde se han registrado resultados positivos, es porque en tales espacios “se han aplicado o respetado las clásicas recetas financieras que son habituales en los marcos del capitalismo”, o sea, con apego a los estilos neoliberales, espacios que persisten porque no han sido alterados en los marcos de la Cuarta Transformación.
Como es natural los datos del FMI han otorgado curso a la reactivación de los desencuentros en el marco financiero, escenarios que registran su origen en el estímulo hacia las viejas prácticas del “divide y vencerás” que se han estimulados desde los espacios gubernamentales autocalificados como “transformadores”, como si México y el mundo entero no fuera un escenario de transformaciones desde sus mismos orígenes.
Ahora bien, si tal como se refiere México está logrando (pese a los terribles efectos colaterales de la pandemia) recuperar su economía, lo ideal sería que tales espacios sean aprovechados para que, desde la cúpula presidencial, se estimule la unidad de objetivos socio-económicos entre el sector gubernamental y los ámbitos productivos, áreas del sector privado en las que el distanciamiento (entre gobierno e inversionistas) debe ser superado, tanto por vía de la suma de esfuerzos, como en los marcos del claro entendimiento entre quienes invierten y quien dirige gubernamentalmente los destinos del país, incluyendo en ello los espacios estatales y municipales.
Es en los escenarios gubernamentales en dónde mayormente debe privar la práctica de la conciliación, motivando la suma de esfuerzos y de proyectos productivos, que no podrían ser exitosos si en el país privan distanciamientos entre quien gobierna y quienes produce, relaciones discordantes que, al dañar la productividad, opacan el desarrollo integral del país.
Lo que se lee
Para muchos resulta notoriamente extraño y para otros claramente sorprende, el que en el seno de la reciente “cumbre climática” efectuada en Escocia, misma en la que México participó con la presencia del titular de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard Casaubón, nuestro país se significara precisamente por negarse a firmar uno de los acuerdos, con el sobresaliente tema de sumar esfuerzos (tanto entre las naciones como entre los individuos) con la finalidad de poner fin a la deforestación, lo que llama considerablemente la atención, precisamente porque entre los programas del actual gobierno mexicano, notoriamente se encuentra en aplicación el identificado como “Sembrando Vida”.
El acuerdo en referencia al que nuestro país dijo “no”, ya forma parte de los programas mundiales, mismos que son considerados como claves en el marco de los esfuerzos internacionales para lograr contener en forma significativa el cambio climático, por lo que la negativa de la administración transformadora mexicana, obviamente origina extrañeza, tanto en los espacios internacionales como al interior del mismo pueblo mexicano, lo que obviamente coloca en telas de dudas los reales objetivos de programas que hoy se aplican en nuestro país, sobre todo en materia forestal, como lo podría ser el ya referido “Sembrando Vida”.
Obviamente se puede suponer en el marco del colectivo social mexicano, que nuestro Gobierno se abstuvo de firmar porque en los espacios palaciegos del México lindo y querido, se considera que son “superiores” los objetivos aplicados actualmente por la administración transformadora, que los establecidos en el nuevo proyecto internacional de rescate forestal… ¿Usted apreciado lector qué interpretación le acreditaría a todo ello?
Lo que se ve
Se agudizan los comentarios incluso agregando evaluaciones de tiempos y costos, en torno a la distancia y los minutos que transcurrirán, para que una persona se traslade de los diversos puntos de la ciudad de México, hacia el nuevo aeropuerto (todavía en construcción) de Santa Lucía, referencias en las cuales se anota que los gastos que se podrían realizar para tal fin, desde diversos puntos de la gran metrópoli, podrían pronosticarse utilizando un servicio de transporte como “UBERD” para tres pasajeros, de aproximadamente 1,500 pesos, al tiempo que en otros prestadores de servicios de transporte podrían aplicar una cantidad superior a los 2000 pesos.
Está claro que desde los inicios sobre el proyecto de un nuevo aeropuerto diferente al que se encontraba en construcción (obras en las cuales ya se habían invertido millonarias cantidades del erario de la nación) surgieron agudas polémicas tanto sobre la construcción en proceso, como la que se pretendía iniciar, al tiempo que el Gobierno Transformador ordenaba la cancelación del aeropuerto en construcción, para destinar nuevos recursos al que “en fecha próxima” (luego de tres años de los escenarios en referencia) se pondrá en funcionamiento.
Cercana ya las fechas para el factible inicio de operaciones de la primera fase del “aeropuerto transformador” (tal como es calificado por algunos mexicanos) surgen no sólo nuevos apuntes como las referencias de “lo complicado en distancia y costos” que representará el viajar de diversos puntos de la ciudad hacia las nuevas instalaciones aeroportuarias, al tiempo que se agrega la necesidad de mayores inversiones hoteleras y de servicios en lo general, por parte del sector privado, que favorezcan niveles de comodidad para los viajeros, semejante a las que existen en torno el ahora “viejo” Aeropuerto Internación de la Ciudad de México.
Lo que se oye
Razón les asiste a los integrantes del Colegio de Economistas del Estado de Veracruz, al sostener el criterio “que constituye un fracaso gubernamental” el que, en lugar de ejercer las inversiones en favor de los proyectos para el desarrollo y bienestar de los veracruzanos, como resultado de la inadecuada planeación, parte del dinero proveniente de la administración federal para tales objetivos, sea reintegrado a dichas instancias del Gobierno de la República, por el incumplimiento en la ejecución de las obras sociales estatales para las que habían sido destinadas.
Ante tales apuntes debemos aceptar que el sub-ejercicio del presupuesto en Veracruz, refiere incuestionablemente no sólo un demérito para la prosperidad integral o regional de los veracruzanos, sino a la par de ello, constituye el reflejo de niveles de incompetencia en algunos de los estratos de la administración pública veracruzana, escenarios sobre los cuales le corresponde al Gobernador de tierras jarochas aplicar las medidas apropiadas.
Buen inicio de semana apreciado lector.