Causas y efectos

Pandémica desestabilización

Columna Causas y Efectos de Alfredo Rios

*Estamos a punto de quiebra
*Covit19: Obligada herencia
*Incertidumbre nos invade

Es tiempo y espacio apropiado para que nuevamente emprendamos comentarios sobre “La Transformación”, concepto, expresión o calificativo, que le causa profunda emotividad a quién hoy gobierna a todos los mexicanos, Don Andrés Manuel López Obrador, quien predica desde sus inicios como mandatario nacional, que se deben rescatar las tradiciones de los mexicanos, por lo que ni tardo, ni perezoso, decidió desalojar la casa presidencial identificada como “Los Pinos”, para habitar el imponente “Palacio Nacional”, cambio de habitad sobre el cual, Usted y yo distinguido lector, no lo podríamos calificar como un gesto de sencillez, ni mucho menos de rangos ahorrativos en tanto que la readaptación de las áreas palaciegas, constituyen un costo significativo que fueron absorbidos por los recursos del erario, agregando a ello que no es lo mismo permutar en un palacio de elevado rango histórico, que en una residencia rodeada no de muros plasmados de historia, sino de jardines y pinos como los que muchos contemplan desde los ventanales de sus fastuosas residencias.

Ahora bien, tan costoso es el principesco Palacio Nacional, su identidad por sí sólo lo refiere, como los jardines y estructuras de “Los Pinos”, lo uno y lo otro al final del tiempo representan lo mismo, etapas de poderío, sólo que con rangos de mayores aires imperiales los de un palacio que los de una residencia afín al estilo de la moderna burguesía… Y claro que entendemos que el Presidente mexicano actual quiera sumarse a las transformaciones que se han registrado en el país, pero sólo clasifica como tales a las que se escenificaron en torno a la Independencia, a las de la Reforma y las de la Revolución, para arribar a la que ahora desde la Presidencia se impulsa, que es “La Cuarta Transformación”, lo que obligadamente nos conduce hacia la reflexión, de muchos otros hechos históricos y heroicos, incluso en tiempos más recientes, como las acciones de ferrocarrileros que trataban de evitar el quebranto del sistema ferroviario nacional, o el movimiento de médicos también reprimido porque intentaba mejorar los sistemas de atención y las condiciones salariales de los galenos, así como el estallido estudiantil de 1968 que costó vidas de jóvenes en reclamo por un mejor país, y aparentemente, para quienes gobiernan, nada de ello constituyo en el marco de las actuales prácticas políticas del sistema neo-transformista, nada de ello representó intentos de trasformación en el suelo patrio, en tanto que después del Grito independentista de Hidalgo; Después de la etapa de la Reforma y más adelante de la Revolución Maderista, de acuerdo a la actual tesis “transformista” nada, ni para bien, ni para mal, ha representado parte del proceso de transformación en el país.

No considero que el territorio nacional, o lo que queda de nuestro país porque también “nos transformaron” achicándonos las fronteras, tanto del sur como del norte, deba ser circunscrito “oficialmente” sólo a tres transformaciones y una cuarta (que por el momento ya se caracteriza por la espantosa pandemia cuya guadaña impunemente transita por nuestras tierras) dado que históricamente figuramos como un territorio de marcados y variantes contrastes socioeconómicos, con numerosos orígenes culturales y etapas muy diversas en nuestro transcurrir, que hemos heredado una pasado preñado de divirgencias y referimos un presente complejo, que también “transforma” en confuso nuestro porvenir.

En la actualidad y como en la plaza de toros, ya cercanos al cumplimiento del primer tercio de la ruta presidencial, el hoy se caracteriza por mayores complicaciones, que aquel último tercio del gobierno regido al estilo de Peña Nieto, lo que nadie puede calificar como agradable ni para la estrella en la plaza colocado al centro del ruedo, ni mucho menos para el pueblo que conforman las graderías, porque ante la pandemia del Covit19, la pérdida de vidas y la epidemia de la improductividad, “la llamada Transformación” cambia de sentido, por lo que cancela LA PROMESA Y EL COMPROMISO de cimentar, con buen ritmo e inmediatez, una transformación hacia la prosperidad de todos los sectores de la colectividad.

Hoy el valor de la moneda mexicana se ha demeritado en forma sensible, con pandemia o sin ella la devaluación ya se advertía, “se veía venir”…

Hoy el precio del petróleo sigue inestable al tiempo que nosotros instalamos refinerías, lo que representará aguda presión presupuestal…

Hoy prácticamente todo el sector agrario del país se declara en quiebra, lo que habrá de impactarnos negativamente por prolongado espacio…

Hoy la actividad comercial refiere la mayor caída registrada en las últimas décadas y, lo más preocupante es que para su recuperación, deberá de transcurrir prolongada etapa…Quedando aboyada una de las joyas de la corana de cualquier país.

Hoy el sector turístico: Hoteles, restaurantes, centros de distracción y de servicios, que representa una de las “joyas de la corona” financiera en cualquier país, en México se encuentra prácticamente en punto de quiebra, sin la posibilidad de alcanzar una recuperación inmediata e incluso, muchos establecimientos han cerrado sus puertas… Se encuentran en “etapa fantasmal”.

Hoy el sector transportista, incluyendo el servicio de pasajeros y de taxis, registran el peor nivel de pérdidas en toda la historia moderna de México, incertidumbre que mantiene tensión entre el sector patronal y angustia entre el ámbito laboral.

Es indudable que la pandemia arrebata vidas y quebranta economías, sus efectos demoledores incuestionablemente tomaron por sorpresa al mundo en su totalidad, pero en el caso de los mexicanos que transitábamos por una “transformación”, aún no del todo asimilada e incluso rechazada por diversos sectores de la colectividad, nos resulta obligado ante los efectos pandémicos que originan incontables impactos que refieren desastres, como los ya citados y muchos más, dejar atrás “mentalidades transformistas o neoliberales” para encontrar, asimilar y utilizar con eficacia y unidad, rutas pragmáticas que con suma de voluntades y rapidez organizacional, nos conduzcan hacia las recuperación de lo que ya está perdido.

Ya lo habíamos anotado hace semanas cuando al inicio de los nocivos efectos pandémicos, apuntamos aquellas lecciones recibidas en prestigiadas aulas, en donde se nos explicaba la inigualable referencia de que “después de la fiesta, viene la peste”…

Lo que se lee

Lamentablemente para México con su “Cuarta Transformación” y para gran parte del mundo, así aconteció y, lo peor es que nos podría hundir en la calamidad del estancamiento en lo negativo, lo que favorecería el quebrantarnos ante los retos por superar, que aún persisten, incluso con fases negativas de mayor intensidad y, por lo mismo, de mayor riesgo.

Hoy la emergencia de la llamada Cuarta Transformación es brindar auxilio a la población para frenar la pérdida de vidas y eliminar las posibilidades de contagios, tareas que hasta el momento no han resultado del todo efectivas y que, incuestionablemente refieren la endémica capacidad de infraestructura hospitalaria y tecnológica, para brindar apropiado auxilio a la colectividad.

Lo que se ve

Los notorios escenarios derivados de la pandemia, serán narrados como parte histórica en el trayecto de la “Cuarta Transformación”, porque en éste tipo de temas los apuntes van más acá y menos allá, de las herencias que un régimen haya dejado al siguiente, en tanto que de siempre se ha referido como habitual, que cada quien salte la cuerda en el momento que le corresponde, más allá de quién la heredó.

Nos debe quedar claro que los resultados acertados o negativos (ambos dos) obtenidos ante la emergencia del coronavirus, formarán parte imborrable de la historia del régimen auto-identificado como de la “Cuarta Transformación”, pero a más de ello se debe agregar que tales escenarios, sea para bien o para mal, serán determinantes para los niveles de prestigio o demérito de la administración López-Obradorista… Ya veremos.

LO QUE SE LEE

Conforme pasan los días queda más claro que la pandemia, ni en México ni en muchas otras partes del mundo se encuentra bajo estricto control, de la misma forma se advierte que los gobiernos de diversos países (incluyendo al de la Transformación) ya se ubican prácticamente contra la pared, escenario derivado del desastre económico que está originando el obligado enclaustramiento, prácticas de autoprotección que ha dañado gravemente la mayor parte de los sectores productivos de todo país, lo que coloca a las autoridades ante circunstancias complejas, como la que podría ser el que se expandiera el contagio a escalas catastróficas de niveles suicidas y en los espacios de lesa-humanidad, escenario posible al reactivar las áreas productivas en lo general, o de lo contrario, mantener el aislamiento extremo, con todo y el derrumbe financiero que sin lugar a dudas representaría el colapso de la economía en lo general… Ahí está el dilema.

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