*Cárcel a saqueadores
*Baja gas, no el boleto
*La seguridad es vital
Hoy más que nunca debemos tener presente aquella vieja expresión cuya referencia se escuchaba en mis tiempos juveniles (ya corrieron las décadas) apunte que refería: “Siempre ten presente que en tiempos de crisis, unos lloran y otros venden pañuelos”… Otro de mis sabios maestros en mi etapa adolecente “como apostólico” en una excelente escuela confesional, habitualmente nos señalaba en latín “Post festum pestum”… “Después de la fiesta, viene la peste”…
Sabios y de verdad apuntes sobresalientes se adquieren en los espacios escolares, vivencias que nos inducen hacia el hábito de valorar antes que prejuzgar, escenarios que jamás deben perderse para los niños, adolescentes y jóvenes de todos los tiempos y que, incuestionablemente, constituyen cimientos esenciales que forman parte del cultivo hacia ciudadanos más responsables y, por lo mismo, más respetables.
Y hoy que en México afrontamos la pandemia que nos estremece como réplica de escenarios mundiales, resulta hasta válido preguntarnos si incluso hasta en ésas dimensiones y escenarios, cuando con todo y tropezones se sigue festinando la fiesta del arribo de la Cuarta Transformación, aparejada a ése ámbito festivo arribó la peste del coronavirus, pandemia que “a unos hace llorar y a otros les favorece la venta de pañuelos”.
Porque es indudable que aún en los escenarios de la euforia por el triunfo electoral de la Cuarta Transformación, nos sobrevino la pandemia que agota el paracetamol en los expendios y, como es natural y claramente externado en los refranes populares: “Unos a la pena y otros a la pepena”.
Pero si el viento en contra induce a la unidad y la conformación invalorable de comportamientos sociales, ajenos a vicios y mutaciones malsanas, entonces es aún tiempo de que el pueblo, las instituciones de Gobierno, las asociaciones, las iglesias e insisto, la sociedad en lo general, actúe con la altura de miras y el rigor que la emergencia reclama.
Tender la mano de respaldo, apoyarnos unos a los otros, fortalecer la unidad de la colectividad, acatar los ordenamientos girados, evitar el abuso, esquivar la ambición, abandonar la arrogancia y aceptar que unidos, comulgando con el mismo comportamiento y en el mismo sendero, con sensatez y disciplina, apegados a las instrucciones, constituyen en éstos momentos los valores de actitud y de aptitud, que indudablemente nos pueden conducir hacia una luz real de esperanza en el camino, en beneficio de la colectividad en su conjunto e incluso del mundo entero, si nos ubicamos en los ámbitos de la globalidad.
Hoy más que nunca en los últimos años, es importante sumar comportamientos, sumar esfuerzos, sumar voluntades cada quien en su propio espacio, para que tenga resultados positivos la lucha encaminada hacia el desplazamiento de la pandemia y, con ello, retomar con mayor entereza y convicción la ruta correcta hacia el desarrollo integral de los pueblos, ciudades y países.
De tales dimensiones es el reto que hoy México y el Mundo afrontan, priva la confianza en que lograremos buenos resultados, pero ello depende de que la unidad, la disciplina y los recursos sean suficientes para todos… Ahí la dejamos.
Lo que se lee
Resultaría terrible para la estabilidad económica del país (que ya depende de un hilo por las afectaciones registradas ante los impactos socioeconómicos originados por la pandemia del coronavirus) el que ahora se sumaran a los escenarios del territorio nacional, acciones claramente oportunistas y delictivas, que dieran orígenes a saqueos de establecimientos comerciales, los cuales en solidaridad con la población, hacen esfuerzos por mantener las puertas abiertas e incluso con atenciones especiales para sus clientes en torno a medidas de limpieza.
Claro que las autoridades de llegar a presentarse tales aberraciones de bandoleros oportunistas, tienen la obligación (sobre todo cuando nos encontramos en etapas de elevada emergencia) de actuar con todo el rigor de la ley y la fuerza que sea necesaria, para evitar y capturar de inmediato a todo individuo sin distinción de sexo y edad, que actué aprovechando las terribles circunstancias por las que atraviesa el pueblo de México, para llevar “agua a su molino”, encarcelándolos de acuerdo a las normatividades y, presentarlos ante los fiscales correspondientes para que sean juzgados con todo el rigor y apego a las leyes que nos rigen.
Ante grupos de bandoleros oportunistas como los que supuestamente intentar estimular saqueos en establecimientos comerciales, no debe privar ningún trato especial que no sea el imperio de la Ley de manera puntual, hecho que debe registrarse como antecedente totalmente claro y contundente, que nadie debe cobijarse en los efectos de la pandemia para abusivamente “llevar agua a su molino”, lo se convertiría en un acto de barbarie que no debe ser tolerado en lo más mínimo.
Lo que se ve
Pero de verdad que el anuncio de las autoridades estatales de que “no aumentará las tarifas del transporte público” en el Estado de Veracruz, debería de ser más que ello, en el sentido que si los combustibles van con notoria velocidad hacia la baja, ante el desplome mundial del precio del petróleo, lo acorde con la realidad sería que tal desplome originara una reducción del precio del boletaje, porque no debe ignorarse que dichas tarifas no han dejado de incrementarse aparejadamente con los aumentos al precio del combustible.
Por lo mismo se podría decir que bien valdría el calificar al apunte como “desafortunado”, en tanto que se escucha decir a la autoridad que no se incrementarán las tarifas en el transporte urbano, cuando de acuerdo a la realidad, la lógica y los números, la argumentación debería cimentarse desde una perspectiva totalmente diferente, o sea “al revés volteado”.
Lo que se oye
En situaciones de emergencia extrema como es el caso que actualmente se atraviesa en gran parte del mundo, resultado de la pandemia del coronavirus que nos lastima y asecha, siempre será apropiado y oportuno que ante tales panoramas de tensión, las fuerzas armadas asuman los controles de seguridad en los sitios que se requieran, primordialmente en puntos claves, como lo son centros médicos públicos o privados, así como espacios acondicionados de emergencia, instalaciones médicas de auxilio, todo ello como medida precautoria ante las otras pandemias (algunas manipuladas) tanto del uso del miedo, por parte de “vividores sin escrúpulos”, como de la angustia natural ante la agresión por la enfermedad, que podría originar reacciones fuera de control del colectivo social, que afectaran de manera incluso letal a los pacientes que se encuentran bajo estricta atención médica.
Oportuno es que insista la autoridad en que toda acción multitudinaria o personal, tanto en perjuicio de instalaciones comerciales como médicas, será severamente atendida y sancionada por las fuerzas armadas del país, otorgándole valor al viejo concepto que más vale prevenir que lamentar y que… “sobre advertencia no hay engaño”.