*LA AGONÍA ANTE EL DESEMPLEO
*ASALTO, SECUESTROS, SAQUEOS
*¿LÓPEZ OBRADOR EN CÓRDOBA?
Hemos dicho “adiós” al año viejo e iniciado el año que representa el final de la actual década y, conforme a nuestras tradiciones mexicanas, lo hicimos entre alegrías, tristezas, optimismo y buen humor, sumando de manera incuestionablemente, un singular marco de elevadas frustraciones al interior del conglomerado social, en las que se refieren desacuerdos con las políticas y acciones de nuestras administraciones municipales, estatales y nacionales, que nos han conducido hacia ámbitos de insatisfacción en múltiples renglones de nuestro habitab, de nuestro entorno y de nuestras aspiraciones en materia del desarrollo integral y crecimiento en la general.
Conformamos un país donde la desigualdad y, con ello, la pobreza, constituyen escenarios dramáticos que nos inducen hacia rangos de elevada inconformidad y desacuerdo e, incluso, irritante frustración, ámbitos que constituyen los más apropiados para la aparición de grupos fuera de la ley, enquistados en la colectividad con rangos criminales de elevado y espantoso impacto.
Nuestros significativos y reiterativos “tropiezos” en las rutas hacia el desarrollo equilibrado y constante, se han configurado como el escalofriante caldo de cultivo en el país, para que quienes trabajan y producen, sean repetitivamente víctimas de los oleajes delictivos, cuyos escaparates de amenaza y terror, constituyen en la actualidad el más doloroso sendero que el pueblo mexicano ha cruzado en su historia actual, hechos sangrientos que lastiman dramáticamente a toda la colectividad del país (en algunas regiones más que en otras) y que, al mismo tiempo, reflejan a nuestras tierras con un rostro altamente negativo tanto al interior del territorio nacional, como en los invaluables escaparates del extranjero, panorama que agudiza impactos negativos que abonan nuestros problemas sociales y económicos, dentro y fuera de México.
Si en el año que representa la antesala del final de la década, los nuevos estilos de gobierno que imperan tanto en rubros nacionales como en tierras de Veracruz, no alcanzan a impactar de forma contundente en el fortalecimiento de rangos de mayor seguridad, menor delincuencia e incremento en la generación de empleo mejor remunerado, así como reducción en los niveles de pobreza, al tiempo que se impulsa la apertura para mayores expectativas en beneficio del desarrollo integral; si no somos capaces de responder en tales sentidos hacia los retos que, ante sí tenemos, México estará condenado a “más de los mismo” y ello representaría una sentencia hacia la dolorosa agonía.
Y es que todo indica por las preocupantes circunstancias de nuestro entorno (asaltos, secuestros, saqueos, robos, estafas, chantajes, extorsiones, asesinatos) que nos encontramos ante retos insoslayables los cuales, si no los afrontamos con prontitud y eficacia, estaremos sentenciando al territorio nacional hacia vorágines de terror e inseguridad de mayores impactos y, en esa inconcebible valle de lágrimas, el México actual colapsaría y, tal panorama, es el que ha todos debe, no sólo preocuparnos, sino inducirnos hacia la corrección de los senderos, tarea en la cual la responsabilidad primera es la del Presidente de la República, seguido por los gobernadores y alcaldes, así como tribunales e instituciones de seguridad.
Una y mil veces se debe entender, que los programas para la reducción de los índices delincuenciales, tienen necesariamente que aplicarse, con más y mejores estrategias en materia de operaciones y sistemas profesionales de cuerpos policiacos, tanto de vigilancia eficaz, como de investigación científica, así como niveles de administración de justicia realmente apegados a nuestras leyes, pero ello, con todo y resultados palpables, no sería suficiente si tales programas de seguridad no se encuentran aparejados ha nuevas formas eficientes, notorias y notables, para generar más y mejores fuentes de trabajo, así como servicios asistenciales y educativos, que sean calificados como intachables por su honorabilidad y eficacia.
No se puede alentar un sistema represivo y meramente policiaco para frenar la ola delincuencial, en tanto que el crimen y el castigo, deben aplicarse en marcos de la justica global, entendiendo que la búsqueda del bienestar en beneficio de todos los integrantes de la sociedad, pobres y ricos, es la primera obligación y el primer requisito que se requiere para conformar una sociedad justa, apegada al Derecho que nos rige, en donde el pobre y desvalido encuentre formas honorables y satisfactorias para la subsistencia de su familia, lo que le permitirá estar en posibilidades de “ofrecerle” la espalda a las propuestas delincuenciales.
La equidad de la administración pública debe privar dentro, fuera, arriba, abajo, debajo, delante y detrás, marcos en los cuales ningún sector de la comunidad debe quedar aislado, ni de las bondades, ni de los rigores enmarcados por nuestras leyes, donde se establecen con claridad los deberes y los derechos de todo mexicano.
El trabajo apropiadamente remunerado es un derecho que nos asiste a todos por igual, de la misma forma como el delito debe ser sancionado con apego a las mismas leyes que nos rigen, esa es la ruta por la que se tiene que conducir todo mexicano, misma que deben hacer valer en todas sus dimensiones quienes nos gobiernan, así como los que vigilan el imperio de la legalidad.
Si el pueblo encuentra trabajo apropiadamente remunerado de acuerdo con su personal competencia, habremos ejecutado los mexicanos un firme paso hacia la justicia social y hacia niveles de menor delincuencia y mayor seguridad, pero si la tendencia es que, paralelamente al incremento de la población disminuyen las oportunidades de empleos, insisto, apropiadamente remunerados, entonces estaremos introduciendo a un sector de la población hacia las “tentaciones” de obtener ingresos por vías ajenas a la legalidad.
En todos los sentidos, no se puede hablar de justicia si no existen oportunidades de ingresos apropiados para los mayormente necesitados, ciertamente, coincido en que ello no otorga validez para la actuación delictiva, pero incuestionablemente sí representa una circunstancia real y vigente, que da curso hacia dichos escenarios, ello lo deben tener claro quienes gobiernan y la sociedad en su conjunto, en tanto que al coincidir todos en dicho enfoque, habrá mayores posibilidades que todos juntos, encontremos las vías apropiadas para que el sector privado generador de empleo y el sector público, que debe ser generador de bienestar, encuentren los senderos más apegados a la realidad y sumen esfuerzos para dar curso a un país con mayores oportunidades para todos.
Concluyo: Combatir el desempleo y fomentar mayores prestaciones laborales en beneficio de los más necesitados, es la ruta más eficaz para frenar las tendencias delincuenciales, ello, obviamente, aparejado con sistemas de seguridad, más que represivos, preventivos y eficaces para reintegrarle a la sociedad la tranquilidad que está perdiendo… Ahí la dejo como reflexión del inicio del último año de actual década.
LO QUE SE LEE
Que se ha publicado el anuncio sobre la posibilidad de que, el presidente de los mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, pudiera en fechas muy cercanas visitar la ciudad de Córdoba.
LO QUE SE VE
Que por el momento, ningún funcionario del Ayuntamiento de Córdoba ha hecho referencia a los comentarios sobre la supuesta visita del Presidente de los Mexicanos a los cordobeses, lo que no deja de generar comentarios en los concurridos portales de la ciudad de los cafetos en flor.
LO QUE SE OYE
Un medio electrónico de comunicación de Córdoba (Sucesos de Veracruz) ya difundió que el presidente López Obrador, sí visitará a los cordobeses y para ello se realizará un acto de contacto con el pueblo en el parque 21 de mayo, citando para ello como fecha viable el próximo 3 de febrero… Sería evento relevante, ni duda cabe.
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