El trayecto del Aveo gris, año 2012, con más de 150 mil kilómetros recorridos y que cuesta en reventa unos 121 mil pesos, fue la escena más vista en México este 1 de octubre.
El modesto sedán de la Chevrolet transportó a la doctora Claudia Sheinbaum de la alcaldía de Tlalpan a San Lázaro, sin la banda presidencial bordada por la soldada Evangelina Rentería para la primera mujer presidenta en la historia de este país.
Juana Jazmín Acosta Torres, la joven cadete del Heroico Colegio Militar que permaneció hierática, impávida, marcial las casi dos horas de la toma de protesta de la primera mujer presidenta en 503 años de historia de este México nuestro de cada día, no estuvo para abrir la portezuela del modesto Aveo, vehículo al que se trepó la presidenta ya con la banda cruzada al pecho, bordada por la ya citada soldada Evangelina.
Ahí se cometió un error de protocolo militar. Después de salir de San Lázaro, salió ya como Comandanta Suprema de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos Mexicanos. Ya no era la científica Claudia Sheinbaum, era ya, a esa hora, la depositaria de la nación. Que no se olvide.
La presidenta ya no debió subirse a un sedán sino a un vehículo militar, acuerpada por las mujeres cadetes y soldadas, ni llegar sin la pompa militar a Palacio Nacional donde comió con 930 invitados, incluidos 16 jefes de estado, entre ellos, Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente brasileño que tuvo que volar en círculos la CDMX cuando se regresaba a Brasilia porque el avión oficial de la Fuerza Aérea Brasileña presentó fallos y tuvo que quemar la turbosina para aterrizar por segunda vez en el aeropuerto Felipe Ángeles de la capital mexicana.
La estampa de la primera mujer presidenta, con su vestido blanco marfil en mensaje implícito de una presidencia que privilegiará la paz del dialogo sobre la camorra y las venganzas personales, tejido a mano con ganchillo sobre una tela de algodón con elastano (una fibra textil sintética de gran elasticidad), color marfil.
La prenda sobre la que se bordaron cien flores, elaborado con horas de esmero por la artesana oaxaqueña Claudia Vásquez Aquino, fue el símbolo de la paz, libertad y fraternidad con la que –dijo- gobernará este país.
“Hoy, después de 200 años de la República y de 300 años de la colonia, porque previo a ello no tenemos registros claros, es decir, después de al menos 503 años por primera vez llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra hermosa nación, y digo llegamos porque no llegó sola, llegamos todas”, dijo a las mujeres mexicanas.
Y en este nuevo país, con nueva visión, donde por cada cien peso que gana un hombre se le pagan menos de 70 a una mujer, donde 17.5 millones de mujeres cuidan a sus familiares enfermos, preparan los alimentos y limpian la casa sin recibir un solo peso de salario, donde son asesinadas 11 mujeres cada día, donde las madres buscan a sus 116 mil 386 desaparecidos, hizo la presidenta una respetuosa invitación: “que nombremos presidenta con ‘A’ al final, al igual que abogada, científica, soldada, bombera, doctora, maestra, ingeniería con ‘A’, porque, como nos han enseñado, sólo lo que se nombra existe”.
Postal inédita en este México que dejó atrás 36 años de neoliberalismo, una presidenta que llega antes de la investidura a saludar de mano a otra mujer, diga lo que se diga, pionera en encabezar otro poder: la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Otro mensaje semiológico: el apretón de manos a la ministra Norma Piña adelanta el dialogo, el respeto por los otros poderes, la diplomacia.
Viendo, sentada desde su curul, la abuela de la democracia de este segundo piso, doña Ifigenia Martínez, quien con un audible “híjole, apenas me sostengo”, se puso de pie para entregar la banda presidencial a Claudia Sheinbaum Pardo, en una estampa que recordó las luchas de la presidenta de la Mesa Directiva de la LXVI Legislatura que cosechó con dignidad, a sus 94 años, el fruto de la democracia que empezó a germinar en aquel lejano 1988 con el Frente Democrático Nacional, abrevadero ideológico del hoy expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Los cien compromisos hechos a México desde la plancha del Zócalo de la CDMX, el ombligo nacional, están ahí, tendremos seis años para verificarlos, por lo pronto, se aplaude este estimulo bimestral para las mujeres de 60 a los 64 años. Un acto de justicia contra el oprobio y marginación de la mujer mexicana.
Y en este nuevo humanismo mexicano con cara de mujer, dijo Claudia Sheinbaum Pardo: “llegan nuestras madres que nos dieron la vida y después volvieron a dárnoslos todo, nuestras hermanas que desde su historia lograron salir adelante y emanciparse, llegan nuestras amigas y compañeras, llegan nuestras hijas hermosas y valientes, y llegan nuestras nietas; llegan ellas, las que soñaron con la posibilidad de que algún día no importaría si naciéramos siendo mujeres u hombres, podemos realizar sueños y deseos sin que nuestro sexo determine nuestro destino. Llegan ellas, todas ellas, que nos pensaron libres y felices”.
… del mismo costal.
Dentro de los cien puntos ofertados por la presidenta Sheinbaum, está contenido Veracruz con la conclusión de la línea K del Tren Interoceánico, parte troncal del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, que va de Texistepec a Ciudad Hidalgo, la última frontera, cuyas vías ferres cruzan de Chiapas a Tecún Umán, Guatemala
También se reactivará el Tren Jarocho, que correrá de Veracruz a CDMX y viceversa, que se recuperará con un nuevo tren de pasajeros en Veracruz, fueron dos de los compromisos expresados en el primer discurso de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en materia de infraestructura.
Además, y esto es urgentísimo, para ayer, anunció Claudia Sheinbaum Pardo la rehabilitación de las carreteras Tuxpan – Pánuco – Tampico y Paso del Toro – Los Tuxtlas – Acayucan, como de los compromisos clave para consolidar el “segundo piso” de la transformación en Veracruz.
Y en esto se ve la mano de la gobernadora electa, Norma Rocío Nahle García, quien ha operado de primera mano estas obras para el estado que gobernará a partir del domingo 1 de diciembre.
Ahí está el cabildeo de la gobernadora de facto del estado.
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