Causas y efectos

Quebrantos por bandoleros

Columna Causas y Efectos de Alfredo Rios

*Aberraciones partidistas
*Toda invasión es ilegal
*Herencia improductiva

Si Usted en los marcos de la serenidad y el diálogo cordial, pregunta a su compañero de mesa: ¿Cuáles serían las causas esenciales por las que Andrés Manuel López Obrador, como candidato a la presidencia obtuvo una abrumadora mayoría de sufragios el día que fue electo como Presidente de México?… Invariablemente escuchará la respuesta, en el sentido que la causas fundamentales fueron la ineficacia de las administraciones del PRI y del PAN, en especial para frenar los elevados índices de inseguridad en el país, al igual que las notorias referencias de enriquecimiento de funcionarios públicos, escenarios que por sí mismos, claramente referían incapacidad gubernamental y ausencia de honorabilidad en el manejo de los recursos públicos.

En síntesis, el binomio “incompetencia y corrupción”, no precisamente en todos los ámbitos, pero sí notoriamente existentes al interior de las administraciones municipales, estatales y federales, salvo determinadas excepciones como lo es el caso del Ayuntamiento de Orizaba (Distinción a quien la merece) dieron curso a “un golpe de timón” ejercido por el electorado, que colocaron al país (salvo en algunas regiones) tanto en los ámbitos municipales, como estatales y federales, bajo la batuta de estructuras gubernamentales enmarcadas partidistamente en las esferas del Movimiento de Regeneración Nacional, conformado y dirigido por el ex titular de la Regencia del entonces identificado como Distrito Federal, hoy portador de la Banda Presidencial, Andrés Manuel López Obrador.

Pero se debe de remarcar de manera insistente, que fueron los terroríficos escenarios de inseguridad, los que originaron la negativa de los mexicanos para que permanecerían al frente del Gobierno Federal, una propuesta surgida de los bloques de poder panistas o priistas, vientos de rechazo que le vino como “anillo al dedo” al candidato Andrés Manuel López Obrador, quien se convirtió en Presidente de los mexicanos, como efecto directo de un rechazo de la sociedad hacia los niveles de inseguridad que privaban en aquellas fechas sobre tierras mexicanas.

Y de qué sirvió que se castigaran electoralmente al PRI y al PAN si los renglones de inseguridad en México, ya acercándonos al inicio del tercer año del Gobierno de la Transformación, siguen en los mismos marcos de notorio dominio sobre un país que no logra sacudirse de la parálisis en el renglón de seguridad y, de lo altamente preocupante en materia de “tolerancia” ante delitos de toda índole, escenarios que en tierras veracruzanas no sólo son referencias cotidianas, sino que ya se registran en el mismo centro de los municipios, como es en el caso del asesinato de una conocida madre de familia, que recientemente fue ejecutada en los marcos del primer cuadro del municipio colindante con Córdoba, identificado como Amatlán de los Reyes, hechos que fueron dolorosamente transmitidos por una de jovencita menor de edad, hija de la mujer víctima de los disparos criminales.

No es nada extraño escuchar entre los veracruzanos, que “en materia de inseguridad ya será difícil que la Cuarta Transformación pudiera alcanzar resultados positivos”, cimentando tales concepto negativos, en la idea que, de existir visos alentadores, éstos ya se hubiesen constado de alguna manera en el transcurrir de casi dos años de administración, tanto en el ámbito federal, como en Veracruz en lo relativo a la administración estatal.

Y dichos descalabros no se registran sólo en tierras jarochas, sino que prácticamente se vienen escenificando en todos los espacios del territorio nacional, lo que por su propio peso indica reflejos de ineficacia en los espacios gubernamentales de los mexicanos, cuyos efectos representan pérdidas de vidas, al igual del elevado temor en el seno de la colectividad, que induce (por sus naturales efectos) hacia la cancelación de proyectos de nuevas inversiones e incluso el cierre de fuentes de trabajo, porque ejecutar inversiones frente a panoramas de inseguridad de alto impacto, como el que priva entre veracruzanos, constituiría un yerro de inversionistas, quienes no están dispuestos a invertir, para luego convertirse en víctimas directas o indirectas de la “la pandemia delincuencia”… Por muchos días o años más, habrá mucho por comentar en torno a los inversionistas, los trabajadores, las autoridades y los bandoleros.

Lo que se lee

En los días actuales, nuevamente surgen hacia la luz pública los entuertos al interior “de todos” los partidos políticos, organismos que se alimentan para subsistir de la gigantesca ubre que constituye el presupuesto de la Nación, así como de las Entidades federativas y obviamente de los municipios, éstos últimos al igual que los niveles de más arriba, desviando recursos por abajo del escritorio para favorecer acciones de sus respectivos orígenes partidistas.

Esto sucede porque los propios partidos políticos desde hace años, han creado y validado la tesis que tales organizaciones “deben ser mantenidas financieramente por el pueblo de México” (obviamente por vía de las estructuras gubernamentales) porque de no ser así, podríamos correr el elevado riesgo que los grupos criminales apadrinaran a los partidos y a los candidatos, para que “con dinero sucio” se cubrieran todos los gastos de los partidos políticos, incluyendo las campañas electorales, lo que equivaldría a una perversión desde sus orígenes tanto de gobernantes como de legisladores… Por ello (hágame usted el favor) “mejor imperan” otro tipo de perversidades.

El argumento que obviamente fue respaldo por todos los colores partidistas y, desde entonces, ante la brillante Reforma ejecutada por el propio Congreso de la Unión (integrado también por todos los partidos políticos) el pueblo de México destina multimillonarias cantidades de recursos, para que los “los partidos políticos” vivan y realicen sus campañas, incluyendo uno que otro viajecito fuera del país, para presenciar un partido de beisbol pero de las Ligas Mayores, no de los “pichurrientos partidos de la Liga Mexicana”… ¿Cómo la ven?

Lo que se ve

La primordial responsabilidad e incluso (en parte culpabilidad) de que la invasión de predios se practique en tierras, tanto veracruzanas como de cualquier punto del país, constituye en gran medida a la irresponsabilidad de las autoridades, dado que en principio, todo acto fuera de la legalidad constituye un delito que debe ser atendido “de inmediato”, directamente por las autoridades tanto regionales como estatales y federales, dependiendo las áreas de jurisdicciones.

Un predio invadido debe ser liberado intentando primeramente un diálogo corto y estricto, pero de no ser atendido con inmediatez por los delincuenciales invasores, de inmediato se debe proceder con el uso de la fuerza pública, con la energía y las acciones que se requieran para erradicar la invasión y proteger los derechos del propietario.

Mientras no se entienda con claridad tanto por las autoridades como por los invasores, que ningún ciudadano debe ser violentado en sus derechos y que, para defender a la sociedad de atentados contra el bienestar de la colectividad y sus pertenencias, intervendrán las fuerzas de seguridad en defensa simple y sencillamente de la Ley, seguirán privando escenarios de invasiones sin ton ni son, como las que actualmente se están registrando en algunos puntos de tierras veracruzanas… ¿Cómo es posible que las autoridades, dejen en claro estado de indefensión a quienes refieren invasiones en sus propiedades?

Lo que se oye

Que en tierras mexicanas desde el punto de pista político, social y económico, de hecho se está jugando con fuego, arriesgándolo todo pese a que los hilos en el que se tejen las conjuras y agresiones de los unos contra los otros, son hilos claramente endebles, que por lo mismo pudieran romperse y originar quebrantos inimaginables, incluso peores a los que nunca calculamos que se registrarían en los ámbitos de la pandemia que nos atormenta y aniquila.

Lo más sorprende en tales escenarios es que precisamente es desde la cúpula del poder nacional, donde las diversas hogueras se han encendido y se atizan cotidianamente desde los escenarios de las mañaneras, con la clara intención desde el palacio nacional de referir que el tema del día lo impone quien responde, no quien cuestiona, marco en el cual se agudizan las diferencias no sólo entre los núcleos de poder, sino igualmente entre la ciudadanía, que de proseguir las confrontaciones como van, será quien deba cargar con todos los platos rotos, tal como siempre le ha sucedido al pueblo mexicano… Ya se advierte elevada preocupación, sobre lo que habremos de heredar a nuestra descendencia, en los marcos de un país preñado de confusión, de improductividad y de rivalidad.

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