Hace unos días, en redes sociales, algunas personas me preguntaban las razones por las cuales yo insistía en que el AIFA fue un gasto inútil e innecesario. Cuál es la razón por la cual he afirmado una y otra vez que es un capricho de AMLO, quién tomó la decisión sin tener la menor idea sobre la idoneidad de la inversión, y sobre todo, aprovechando la credulidad de un enorme sector de la población a quién se le puede presumir un aeropuerto en medio del mar, o en medio del desierto, o incluso, en medio de ninguna parte (como es el caso del AIFA), y se emociona porque se construyó un nuevo aeropuerto.
Para cumplir los requerimientos, técnicos, económicos y legales, un aeropuerto se lleva hasta cinco años antes de poderlo inaugurar. En el caso del AIFA no se ha terminado el aeropuerto, sobre todo las pistas y la torre de control, al grado que no hay aterrizajes por instrumentos, solo cuando hay visibilidad para los pilotos, tampoco se cuenta con las certificaciones internacionales, y mucho menos México ha regresado a la primera categoría entre los países con aviación internacional, lo cual le impide tener un solo vuelo internacional adicional. Es obvio que Venezuela es un país paria, por eso dos vuelos al mes a Caracas no convierten en internacional al Felipe Ángeles. Por lo tanto, de entrada, un aeropuerto no terminado no es funcional. Y sobre todo si no cuenta con certificaciones de empresas independientes y reconocidas a nivel mundial. Por ello ni siquiera los vuelos podrán contar con seguros completos de responsabilidad civil y daños.
Tiene serios problemas de conectividad y la distancia al punto de demanda. En cuanto a la distancia del punto de demanda, Santa Lucía está al doble de la distancia máxima recomendada para lograr tener un aforo de usuarios razonable de acuerdo con estudios internacionales sobre el tema. De entrada, sin clientes es difícil que tenga éxito. En cuanto a la conectividad debemos primero entender que significa, y el porqué de su importancia. Un aeropuerto internacional importante, recibe vuelos regionales y nacionales que a su vez alimentan de pasajeros a vuelos de largo alcance ya sean nacionales o internacionales. El de Santa Lucía compite con el de la ciudad de México en este tema, y considerando que uno tiene 900 operaciones diarias y un máximo de 1,250 en sus mejores días, mientras el otro tiene 12 o 14 operaciones diarias, queda claro que las aerolíneas para hacer competitivo al de Santa Lucía tendrían que duplicar el número de aeronaves y vuelos de alimentación, lo cual no es económicamente rentable. Lo cual significa que Santa Lucía no es de entrada un aeropuerto con buena conectividad.
Se ha vendido la idea de que el sistema aeroportuario de ciudad de México estaría integrado por los tres aeropuertos. Es decir, que pueda llegar un vuelo regional a Santa Lucía, de allí transportar a los pasajeros hacia el Benito Juárez y que en éste continúen su viaje, lo cual es absurdo. Los pasajeros no quieren salir de su aeropuerto, transportarse una o dos horas, para llegar a realizar el tiempo de espera de dos o tres horas para continuar su viaje. Para ello México tiene las opciones de Panamá, Atlanta, Dallas, y en menor medida, los aeropuertos medianos de Cancún, Guadalajara y Monterrey, así como el de Querétaro que tiene una excelente logística. Por lo tanto, cualquier pasajero preferirá viajar hacia esos aeropuertos mencionados que aterrizar en Santa Lucía para enlazar vuelos.
Si Santa Lucía no tiene una adecuada conectividad, y además su demanda será muy baja, aún cuando estén listas las vialidades proyectadas, de entrada, esto demuestra que la inversión se hizo sin la menor planeación, sin el menor estudio de mercado, ni de viabilidad económica, simplemente un capricho del nuevo rey sexenal de México, y nos ha costado una fortuna su capricho.
Mitre, es la agencia especializada que ha verificado la viabilidad del espacio aéreo mexicano. Ellos en todos sus estudios han considerado que no es posible realizar vuelos simultáneos entre el Benito Juárez y el Felipe Ángeles, así que en caso de que el segundo llegue a tener más vuelos, no servirá para descongestionar al de la ciudad de México, lo cual era el objetivo del de Texcoco. Cuando mucho se podrá tener el mismo número de operaciones, pero ahora deteniendo las de uno para que puedan volar o aterrizar las del otro. Si se considera la lejanía de Santa Lucía, es obvio que el usuario se quedará en el Benito Juárez, dejando sin clientes ni demanda al nuevo.
La reconfiguración del espacio aéreo de la zona metropolitana de la ciudad de México no cuenta con ninguna certificación internacional, y cuando se realice la auditoría, será rechazada, ya que genera más tiempo de vuelo, con los consiguientes costos; genera también mayor ruido para los habitantes de la ciudad, y lo que es más importante aún, genera más riesgos de afectar a la ciudadanía en caso de accidente.
Al llegar la nueva administración aeroportuaria, liberaron los horarios de salida y llegada, generando caos y desorden. Así se generan horas pico con enormes retrasos, y horas muertas con poco tráfico. La autoridad debía de haber mantenido el control de los horarios de salidas y llegadas para distribuirlo a lo largo de las 24 horas, en lugar de permitir que las aerolíneas se acomoden como deseen. Tu próximo retraso en un vuelo, ya sea de salida o de aterrizaje muy probablemente se deberá a esta razón.
Estos son algunos de los argumentos COMPROBABLES que demuestran que el gasto en Santa Lucía fue un gasto inútil, y muy costoso para el país. Casi medio billón de pesos, entre el costo de cancelación de Texcoco y el costo de construcción de Santa Lucía, tirado a la basura. Con enorme corrupción y opacidad en el manejo del dinero ya que el ejército no rinde cuentas a nadie.
P.D. No hay nada más racista y clasista que usar a una señora para que venda alimentos a tus invitados a la inauguración, trabajando en el piso, sin un lugar digno para ella.
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