Acertijos

SANTANDER DIA 6

Hay que pedalearle y caminar. Camelot.

Se llega y se busca enseguida un tentempié, o una cena formal. Optamos por lo segundo, hacia noche y hacia hambre. Buscamos en el Rhin, en la zona del Sardinero, con su playa bella e iluminada, allí donde se surfea a la perfección. En la zona de sus baños de olas. Llegamos por la noche en noche fría, había llovido muchos días, pero esta vez hubo buen tiempo, aunque cala un frio de 7 grados. Hay que capotearlo bien tapado. Llegamos al viejo restaurante el Rhin, ahora llamado Mare Mondo. Allí una vez de hace años vi un Ferry que navega de Santander a Plymouth, Inglaterra, esa fue la primera vez que vi un auto con el volante del otro lado, ya ven ustedes cómo son los ingleses. Espío en Google que el precio más barato del boleto del Ferry es de 183 euros y hasta de mil con camerino, demora aproximadamente 31 horas y la gente aquí se para a verlo llegar o partir, aunque es escena semanal. Le pedimos a pedro, el xingón concierge del hotel Liabeny, que nos aparte una mesa y llegamos, Una cena de algo así como un arroz con bogavantes, que no es otro más que nuestro arroz a la tumbada, que los hacen riquísimos en la orizabeña Casa Díaz de Plaza Cerritos, con doña Sandra Díaz, o el mismo la Isla del Amor de doña Amada en Boca del Rio, con el gran mesero Gustavo Canales.

AL PRIMER CAFÉ

Amanece mi primera mañana. Frio de 10 grados, bien abrigado con chamarra y gorra y bufanda salgo a la calle a las 9 de la mañana. Poca gente caminando, mientras México duerme llego al Estanco por el diario El País, hay que comprar los periódicos, ayudar a que no mueran, y ustedes allá en Veracruz lean Notiver y Crónica de Tierra Blanca, donde este escribiente hace sus entregas, 2 euros me cuestan y pregunto al vendedor de un café donde tomar el primero, porque la rotonda de Los Altos de Miranda cierra y abre hasta el mediodía, allá arriba hay uno donde el semáforo. Se puja porque esta zona donde pernocto tiene sus subidas y sus bajadas, la subida dura, la bajada fácil. Lo encuentro. Me atiende una joven señora, pido mi café y un sobao y me tiro el primer pipazo a la Sherlock Holmes, dos euros ambas cosas. La gente llega, un señor amarra a su perro afuerita y el perro le reclama con dos ladridos. No puede entrar. Le pido me tome la primera foto mañanera, para subirla al Facebook. Oteo, diría el poeta, la vieja casa que hace añísimos allí esta fija y debió o debe ser de algún mexicano, porque tiene un mosaico de nuestra Virgen de Guadalupe. Calle donde aquí les llaman Paseos, como este Paseo de Menéndez Pelayo.

LA MUERTE DE VAZQUEZ RAÑA

Estando en estas tierras santanderinas, llegó la noticia del fallecimiento del empresario, don Olegario Vázquez Raña, un hombre de bien, poderoso inversionista ligado al sector salud, a los medios de comunicación, al olimpismo y a obras benéficas como la Cruz Roja, donde fue su presidente nacional. Deja un legado a sus hijos y familia y colaboradores de un hombre eficiente y bueno y creador de miles de empleos. Relato que una vez lo conocí, circunstancialmente, en la finca del ingeniero Luis Gutiérrez Príncipe, en el rancho El Edén, Luis le brindó una cena al empresario que llegó a Orizaba a la asunción del Obispo Marcelino Hernández Rodríguez. En la cena en su casa, departió con su esposa y su hija, Claudia Vázquez Aldir y su marido Ricardo Ahued, Fui con mi esposa Matilde y el otro anfitrión lo fue Pepe Ramírez, una cena cordial, donde el matrimonio dio ejemplo de sencillez, para ser un hombre de los más exitosos en México. Descanse en paz.

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