El hambre de verdad es insaciable. Será que vivimos engañados y cuando asoma por algún rincón nos deslumbramos con su fulgor. ¡Ah, la verdad del profeta en lo alto del Sinaí!
A punto de sumergirnos en las campañas electorales sufriremos, una vez más, el cañoneo inmisericorde de las medias verdades, las patrañas y los rumores. Así fue en el año 2000, en 2006 y en 2012. “Yo soy el campeón de la verdad, tú eres absoluta perfidia”. Y como entes proclives al engaño que somos, obtendremos la felicidad con esas promesas de dudosa redención.
La periodista Pilar Bonet entrevistó en San Petersburgo a Marat Mindiyárov, integrante que ha sido de una de las “fábricas de mentiras” que el gobierno de Vladimir Putin ha instalado en Rusia. Los empleados de esas agencias de noticias falsas –afirma el entrevistado en las páginas del diario El País– son gente con cierta gracia sintáctica que nutren las redes sociales con embustes y comentarios de todo tipo.
Se desprende que de esa oficina (que tendría cuatro pisos donde laboran centenares de “fabricantes de mentiras”) partieron los bulos y rumores que golpearon la campaña de Hillary Clinton en las últimas semanas de la contienda de 2016, de modo que su efecto estaría más que probado. La “agencia de mentiras”, ubicada en el 55 de la calle Sávuchkina –según el entrevistado– se encarga de crear cuentas electrónicas falsas y contactos de noticias que permiten difundir por todo el mundo esas engañifas disfrazadas de “noticias libres”. El buen Marat cuenta, por ejemplo, el caso del chicle de Obama.
Resulta que en la visita que hizo Barak Obama a India, en diciembre de 2015, hubo un momento en que el mandatario norteamericano se sacó el chicle de la boca y lo tiró de mala manera. Fue suficiente para que la agencia de Mindiyárov empezara a enviar comentarios sobre “la degradación de las costumbres en América” que ello representaba, y de ese modo golpear la influencia del Partido Demócrata iniciando campaña.
Las afirmaciones de Marat Mindiyárov serían de no creerse, salvo el detalle que día tras día se ven reforzadas por las Fake-news que se difunden por medios como Google y Facebook, de modo que la mentira, el rumor y las medias verdades se están convirtiendo en el ambiente que respiramos.
Víctor Yturbe, “Pirulí”, nos lo previno con aquella su canción llena de poesía; “voy viviendo ya de tus mentiras, sé que tu cariño no es sincero”. Es lo que le podríamos refutar a Ricardo Anaya, Andrés Manuel y Antonio Meade, a punto de colocarse en el arrancadero pues, ¿de qué otra manera prende una campaña si no es exagerando las cosas y llevando a engaño al elector?
Ha ocurrido muchas veces a lo largo de la historia. El famoso “incidente del Golfo de Tonkin” (en 1964) fue uno de ellos, cuando pretextando el ataque a un barco norteamericano (que no ocurrió), el gobierno de Estados Unidos dio paso a la ofensiva militar en Vietnam que llevó a medio millón de soldados a suelo del Sudeste Asiático. O la “escaramuza de Thornton” (en 1846), cuando en el rancho de Carricitos ocurrió un tiroteo entre fuerzas mexicanas y estadunidenses, y con ese motivo, “la muerte de nuestros soldados en suelo norteamericano” (que no era cierto), dio inicio la guerra que un año después llevaría a la ocupación de Palacio Nacional y la cesión de la mitad septentrional del país.
Aseguran los sabios que en la guerra y en el amor todo se vale. De ahí que en las batallas que están por iniciar mucho de ello tendremos en el desayuno cotidiano. Ya lo decía Joseph Goebbels, ministro de propaganda del Partido Nazi: “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”, y es lo que ya se anuncia para la camorra de los próximos días: rumores, fakes y patrañas… algunas quizá inventadas en la famosa Fábrica de Mentiras de San Petersburgo. Un escenario idéntico al de los mejores teatrinos de marionetas.
Quizás en el fondo es que somos masoquistas de marca. La verdad pura no existe, siempre está sesgada por las circunstancias sicológicas, jurídicas o ideológicas. Es tiempo de no creer casi nada, aunque celebremos con el Pirulí aquella su frase de sabiduría; “qué más da, la vida es una mentira”.