Situada en el catorceavo distrito de París, la plaza Denfer-Rochereau es uno de los cruces más importantes de la ciudad. De ella parten tres bulevares(Raspail, Arago y Saint-Jacques), tres avenidas (Coronel Henri Rol Tanguy, René Coty y General Leclerc) y tres calles (Froidevaux, Victor Considérant y Grancey). En medio del bullicio de coches, autobuses, bicicletas y gente que transita, se encuentra un espléndido león, estatua de bronce erigida en homenaje a Pierre-Philippe Denfert-Rochereau (1823-1878). Este Coronel francés defendió la ciudad de Belfort contra los prusianos durante el sitio que se prolongó durante tres meses: de diciembre de 1870 à febrero de 1871.
A pesar del enorme tráfico que atraviesa la plaza, es posible pasar un momento de calma gracias a los tres pequeños jardines que la rodean. En ellos se encuentran grandes árboles como castaños y cerezos y macizos de flores como rosas de varios tipos, iris y tulipanes. El jardín “Jacques Antoine” es un espacio canino reservado, por lo que perros y amos se dan cita en él, los primeros juegan y se corretean, mientras que los segundos conversan entre sí. El otro espacio verde se llama “Claude Nicolas Ledoux” y es un jardín a la inglesa. Se le denomina así porque, a diferencia de la geometría regular de los jardines a la francesa, tiene formas sinuosas que imitan el paisaje natural. Por último se encuentra el jardín “Abbé Migne” en el que se encuentra la entrada a las catacumbas.
Las catacumbas es uno de los sitios más visitados de la capital, pues la espera en fila es de aproximadamente 3 horas sin garantía de entrada. ¿Qué es lo que atrae a tanta gente? Las catacumbas contienen los restos óseos de varios millones de parisinos, se encuentran a 20 metros de profundidad y ocupan el espacio de las antiguas canteras de dónde se extraía piedra para construcción. ¿Por qué tantos huesos? Esos restos humanos fueron transferidos a las catacumbas cuando en el siglo XVIII se cerraron varios cementerios por considerarlos insalubres. La obscuridad de las galerías y la estrechez de los pasillos contribuyen al ambiente macabro de la visita que inicia con un anuncio de advertencia “Detente, este es el imperio de la muerte”.