En febrero de 1847, en medio de la invasión norteamericana y poco tiempo antes del desembarque del ejército de Winfield Scott en Veracruz, ocurre en México la llamada rebelión de los Polkos. Algunas unidades de la Guardia Nacional de la capital se levantan y rehúsan marchar contra los invasores.
¿Pero de dónde viene la palabra polkos? La mayoría de los autores que escribieron y siguen escribiendo sobre el asunto dan una explicación poco convincente. Según ellos, a los jóvenes ricos que mandaban esas unidades de la Guardia Nacional, le gustaba mucho los bailes y especialmente la polka. De allí el apodo polkos. Es posible, pero la misma hipótesis de la afición a la polka es aplicable a muchos otros oficiales, tanto del ejército nacional como de otros batallones, también oriundos de familias ricas, que no se rebelaron o que apoyaban otras corrientes políticas.
Mientras buscaba reunir los fondos necesarios para el ejército que reclutaba Santa Anna para enfrentar a los invasores, el Presidente Valentín Gómez Farías, del partido centralista, propuso vender o hipotecar las propiedades de la iglesia. Después de una acalorada discusión, obtuvo el acuerdo del Congreso, en enero de 1847. Obviamente, los jerarcas eclesiásticos se opusieron a la ley y encontraron el apoyo de numerosos católicos, entre ellos varios miembros de los batallones de la Guardia Nacional de México. Esos oficiales eran los residentes acaudalados de la ciudad, de tendencia federalista, es decir el partido opuesto al Presidente Gómez Farías.
Bajo el mando de esos oficiales, cuatro batallones de la Guardia Nacional de la capital se declararon en rebeldía. Los polkos eran relativamente poco numerosos, alrededor de 3 mil hombres, y su rebelión sólo ocurrió a fines de febrero, o sea cuando el gobierno de Gómez Farías decidió mandarlos a Veracruz para oponerse al desembarque de Scott. Pero finalmente sólo hubo algunos enfrentamientos callejeros, con muy pocas bajas, y el movimiento se apagó rápidamente. Aunque su ausencia en la defensa del puerto, y después en la batalla del Cerro Gordo, no habría probablemente impedido la derrota, se les acusó de traición.
Efectivamente, resulta mucho más coherente que este apodo sea relacionado con el nombre del presidente estadounidense James Polk, responsable de la guerra y de la invasión, como sinónimo de traidores. En efecto, Polk buscaba de varias maneras debilitar al enemigo y alimentar la inestabilidad política en México. Una de sus iniciativas poco conocida fue de buscar el apoyo de la Iglesia católica contra el gobierno. Con este fin, mandó a México un enviado secreto, Moses Beach, un periodista católico, para buscar una solución negociada a la guerra. Este agente no sólo logró encontrar muchos lideres católicos mexicanos, sino que afirmó en sus recuerdos también haber transferido dinero a los polkos.
Por eso, algunos oficiales de los otros batallones que salieron para Veracruz no vacilaron en acusarlos de traición. Lejos de ser un apodo irónico y burlón, polko significaría entonces traidor y corrupto. Este movimiento se ubica más bien en los conflictos políticos nacionales, y no en la lucha contra el ejército norteamericano. Apenas unos meses más tarde, en los combates de Contreras y Churubusco alrededor de la capital, los polkos pelearon valientemente contra los invasores al lado de los otros batallones.