Anecdotario mexicanoPrincipal

Un testigo francés desconocido de la revolución

Yves Cozic

El 23 de noviembre de 1913, el suboficial de la marina francesa Yves Cozic recibe la orden de embarcar en el crucero Descartes, para irse a México como jefe de un destacamento de 15 hombres. Su misión es proteger la embajada de Francia en la capital mexicana contra posibles repercusiones de la revolución. Efectivamente, después del golpe del general Victoriano Huerta contra el gobierno de Francisco I. Madero y de la Decena Trágica, el movimiento revolucionario encabezado por Carranza, Villa, Zapata y Obregón se está desarrollando en toda la república, y los gobiernos extranjeros toman medidas para proteger a sus ciudadanos y sus intereses.

Los franceses no son los únicos: un contingente del ejército japonés recibió una orden similar, mientras que los alemanes y los norteamericanos compran rifles y municiones para armar voluntarios y defender sus embajadas en caso de necesidad. Normalmente, los marineros franceses debían permanecer unas semanas en tierra mexicana, a más tardar unos meses. Finalmente, se quedaron hasta 1918, o sea casi cuatro años.

A lo largo de su estancia, Yves Cozic redactó un diario sobre la vida cotidiana en la capital, donde cuenta los eventos políticos y militares de los cuales fue testigo, y otros muchos detalles tales como las fiestas navideñas y las ceremonias de la fiesta de la independencia. Si, al principio, todo le parecía bastante extraño, poco a poco se acostumbró y hasta desarrolló una verdadera simpatía hacia el pueblo mexicano. Eso se nota en su insistencia sobre los estragos de las hambrunas y de las epidemias, y en sus comentarios sobre la miseria de la gente.

Entre las múltiples aportaciones del manuscrito, destaca el desprecio del autor frente al comportamiento escandaloso del ejercito carrancista que contrasta con la moderación de los zapatistas. Cozic insiste sobre la honestidad de esos últimos y cuenta detalladamente como, en vez de apoderarse de casas y otras riquezas, lo que hicieron muchos carrancistas, los combatientes zapatistas piden limosna y comida en la calle. Por supuesto, Cozic, hijo de campesinos franceses católicos, tiene afinidades innegables con los pobres, lo que influye indudablemente sobre su percepción. Cozic y sus hombres no vacilan en compartir con ellos cigarros, comida y hasta dinero. Pero también menciona el alivio de los capitalinos al ver huir de la ciudad las tropas constitucionalistas, y al presenciar el regreso de los hombres de Zapata, que reinstauran la calma y el orden en la ciudad.

La visión de Cozic de la revolución mexicana difiere tanto de la historiografía oficial que su testimonio constituye una aportación inédita que merece nuestra atención. Son excepcionales los relatos sobre la revolución que provienen de testigos ajenos a las élites. A este respecto el texto de Cozic abre otra ventana sobre muchos aspectos olvidados y desconocidos de la revolución.

El texto original en francés se encuentra en el sitio internet: https://sites.google.com/site/temoinrevolutionmexique/

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