Según el catálogo de la Dirección de Registro Público de Monumentos y zonas arqueológicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el total de sitios repertoriados en el estado de Veracruz alcanzaba 12000 en 2014. Por supuesto, este total sigue aumentando con el desarrollo de las investigaciones tanto nacionales como estatales.
De esas 12000, solo 10 son las zonas arqueológicas reconocidas oficialmente y abiertas al publico, o sea Quiahuiztlán, Cuajilote, Vega de la Peña, El Tajín, Cuyuxquihui, Tres Zapotes, Castillo de Teayo, Cempoala, Las Higueras y San Lorenzo Tenochtitlan. Eso significa que disponen de mantenimiento, de custodios, a veces un museo de sitio y que se pueden visitar.
¿Pero que de los otros? ¿De los miles de sitios desconocidos u olvidados? Por supuesto, en su inmensa mayoría, se trata de sitios menores, solo de interés científico, como vestigios de arte rupestre, basamentos de casas, concentraciones de material lítico, para dar unos ejemplos. Su interés arqueológico es indudable, pero su valor turístico resulta menor. Muchos ya desaparecieron, bajo el crecimiento de las manchas urbanas. Por suerte, nos queda muchas veces el registro de las investigaciones que permitieron identificarlos.
Algunos otros sitios, sin beneficiar de una protección oficial, al nivel nacional, se encuentran en lugares donde se pueden cuidar. Tal seria el caso de la roca grabada de Maltrata o de La Piedra del Gigante en Orizaba, que se encuentran accesibles y bajo la protección de las autoridades municipales.
¿Pero que hacer con los cientos de sitios apenas explorados? Sitios como La Joya, Las Limas, los Azuzules, Cerro de las Mesas, Marquesillo o el Pital. Algunos han sido el objeto de excavaciones, a veces tenemos mapas, se ha podido rescatar uno que otro monumento, pero queda mucho que hacer para investigar y casi no se puede protegerlos sino concientizando a la población. México ha ya logrado un alto nivel al respecto, pero queda mucho que hacer para proteger el pasado prehispánico.