En política lo que parece es. Camelot.
La presidenta Claudia Sheinbaum tiene unos asesores bien balines, los moneros que están a su servicio debían servirle mejor, al igual que el nefasto Jesús Ramírez Cuevas, el golpeador de los periodistas, que enciende las redes en contra de Joaquín López Dóriga y Ciro Gómez Leyva, porque se ve que se los dejó encargado su patrón, desde La Chingada, como se llama su rancho. Comento esto porque Donald Trump se presta a que le den varios estate-quieto, y no se los han dado. Justin Trudeau, por quien cargó su caída, le respondió muy suavecito, suavecito, como dice la canción,
Trump quiere cambiar el nombre al Golfo de México, y no crean que así le pusieron porque teníamos muchos golfos, que sí los hay, de algún lado habrá salido para que así se llame y la misma ONU lo reconozca con ese nombre, como cuando una vez también AMLO le quería cambiar el nombre al Mar de Cortés, por su odio a los españoles. Las carcajadas se escucharon hasta La Zarzuela. Estos autócratas de izquierda y derecha son terribles, pero es el tiempo de ellos.
Cómo fue qué se nombró al Golfo de México
El Golfo de México recibe su nombre gracias a nuestro país, cuyo territorio bordea gran parte de sus cálidas aguas. Este vasto golfo, uno de los principales cuerpos de agua del océano Atlántico, se encuentra ubicado entre la costa oriental de México y la península de Florida en Estados Unidos.
Sheinbaum le reviró a Trump: “El Golfo de México es reconocido por organismos de Naciones Unidas. ¿Por qué no le llamamos América Méxicana? Suena bonito, no”.
Habría que haberle dicho a este pelos de elote, que antes de hacernos el Estado 51 o 52, debía devolvernos Texas, California, Nuevo México y Arizona y todo lo que se xingaron cuando pudieron. Por allí debíamos empezar. El único problema es no saber qué haríamos con tanto texano. Qué nos los mande para Tierra Blanca.
ESOS NOMBRES DECLARADOS
Es lo mismo que en Orizaba, de quienes los poblanos pelean que el volcán Citlaltepetl (Monte de la Estrella), conocido entre la flota como el Pico de Orizaba, una parte llega a Puebla, pero así fue la historia, alguien le llamó Pico de Orizaba y aquí se quedó.
Toma su nombre actual de la ciudad de Orizaba, vocablo de origen náhuatl que tras variaciones fonéticas en la pronunciación española pasó de Ahuilizapan, a Aulizaba, Ulizaba, Olizaba y finalmente a Orizaba.
Otra versión: Cuenta otra leyenda que en los tiempos prehispánicos, existió un guerrera invencible, o por lo menos eso creían, de nombre Nahuani que tenía como amiga y fiel escudera a un águila llamada Orizaba que nunca la dejaba sola en sus aventuras, una águila pescadora, tras muchas batallas en las que la guerrera salió victoriosa.
Eso de cambiar nombres añejos no funciona. Lo podrían hacer pero siempre sería El Golfo de México. Aquí en Fortín inauguraron un Puente llamado Ingeniero Mariano García Sela y la flota lo bautizó como Puente de Metlac, así se lama por una eternidad.