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Grupo Escolar Cervantes

La educación es la base firme de toda sociedad, en ella descansan los ideales más altos de prosperidad, igualdad y bienestar. Un pueblo educado conoce las raíces que lo sostienen y aspira a mejorar el porvenir de su comunidad. La educación es la trasmisión de la civilización y configura la historia de la humanidad.

El Grupo Escolar Cervantes de Córdoba, Veracruz, es un testimonio del compromiso con la educación de profesores exiliados españoles.

Fueron perseguidos a muerte por los golpistas de la iglesia y el fascismo que destruyeron a sangre y fuego la República Española, y al escapar con miles de republicanos por la frontera francesa fueron rechazados por ese gobierno y recluidos en campos de concentración, de donde fueron invitados por el pueblo presidido por el enorme presidente Lázaro Cárdenas del Río para alojarse en México.

Al aceptar, nuestro país envío varios barcos que en varios viajes los trasladaron a nuestro puerto de Veracruz, donde fueron bien recibidos y festejados con gran solidaridad.

Auspiciados por Cárdenas un pequeño grupo de exiliados profesores con mucho ánimo abrieron las puertas del colegio Cervantes en el ciclo escolar de 1940 como un centro de aprendizaje autorizado por la Dirección General de Educación Primaria dependiente del Consejo de Educación Popular del Estado de Veracruz y como su espacio de trabajo.

Los fundadores y profesores de los grupos de primero a sexto grado,  me consta – como parte de la generación 1954-1960- fueron en ese orden: Luisa Bargés Barba, Concepción Escutia Blasco, Atilano Luis Navarrete, Antonio Bargés Barba, Francisco Javier Parrilla Benita y José Bargés Barba, graduados todos ellos en las normales de su país y al estallar la guerra civil ejercían en escuelas primarias que en esos años el magisterio español propugnaba, con nueva generación de maestros, por una escuela  sin fanatismos, laica y científica.

No sin gran esfuerzo y patriotismo nuestros héroes mexicanos ya habían derrotado a la derecha conservadora y logrado la libertad de culto y la separación de la iglesia del estado con las leyes de reforma, así como habían derrotado con la razón y las armas la invasión francesa, el absolutismo de los Habsburgo, a la burguesía y oligarquia nacional.

También nuestros próceres con la revolución mexicana establecieron, además de las bases del sufragio efectivo y no reelección, la Ley de Educación Popular del Estado Libre y Soberano de Veracruz-Llave, en octubre de 1915 con el general Cándido Aguilar Vargas como gobernador del estado y con los grandes maestros Enrique Laubscher, Enrique C. Rébsamen, Carlos A. Carrillo, Rafael Ramírez, Gildardo Avilés, José Roa Bárcena, María Enriqueta Camarillo, Guillermo Sherwell, Rafael Delgado, Ana Francisca de Irivas, Francisco Hernández y Hernández e innumerables héroes de la educación que a la memoria escapan.

El Cervantes de los profesores españoles funcionó en la avenida 3 frente a lo que fue la Casa del Campesino, juntó a Correos y atrás del palacio municipal en una grande y antigua casa que en 1955 fue remodelada y se le agregó un segundo piso, y de la azotea (a la que no se permitía acceder) se podía ver el patio de la cárcel municipal.

Durante los primeros años los profesores españoles estudiaron con mucha capacidad geografía, historia y leyes de México que transmitieron por más de 40 años a miles de escolapios de Córdoba y la región, establecieron excelentes relaciones con autoridades civiles y educativas, e intercambiaron experiencias pedagógicas con directores y profesores de todas las escuelas de la región.

Fue la primera escuela mixta de la ciudad, niñas y niños por igual que asistían mañana y tarde, de 9 a 12 y de 3 a 5 pm, como escuela de tiempo completo, las colegiaturas eran muy baratas, la inscripción muy baja era una sola vez en la vida (y no cada año) y se cobraba por padre de familia y no por niño, no cobraban intereses a quien se retrasara.

Pronto se integraron como ciudadanos cordobeses ejemplares y respetados por su labor, civismo y una vida pública austera y modesta, acompañaban a las autoridades municipales en representación propia y de los alumnos a todos los actos cívicos y desfiles del calendario oficial de nuestra Patria, era común verlos pasear por el parque, el correo y por el centro de la ciudad. Antonio y José fueron invitados y contratados a dar cátedra de Geografía y Francés respectivamente en  la escuela secundaria y de bachilleres.

Su fuerte sin duda alguna fue la enseñanza del arte de leer y escribir correctamente el idioma español, de las ciencias físicas y naturales, la geometría, aritmética, geografía, historia universal, historia de México, sus culturas antiguas y pueblos originarios, dibujo, artes manuales, disciplina, y de manera destacada respeto al prójimo, a la bandera, escudo e himno nacional y muchísimo civismo con tremendo amor a la Patria.

Establecieron en el colegio el sistema educativo de Johann Heinrich Pestalozzi y su discípulo Federico Froebel, donde se deben tratar los conceptos concretos antes de los abstractos, trabajar lo cercano antes que lo lejano, comenzar con ejercicios simples antes de profundizar en los complejos o trabajar siempre de manera gradual. Son principios sencillos, pero extremadamente importantes y su importancia llega a nuestros días.

Además, incorporaron la enseñanza objetiva donde por ejemplo la enseñanza de los accidentes orográficos se realizaba con grandes maquetas de yeso que ellos mismos elaboraban y se graficaba diariamente la temperatura de la ciudad con un termómetro a la entrada del salón de clase, 

El impacto del Grupo Escolar Cervantes se refleja en las generaciones de estudiantes que han pasado por sus aulas. Todos ellos llevan consigo los valores y conocimientos inculcados por sus maestros.

La dedicación de estos educadores exiliados ha dejado una huella imborrable en la historia educativa de México.

En resumen, el Grupo Escolar Cervantes de Córdoba es más que una institución educativa; un símbolo de la capacidad humana para superar la adversidad y construir un futuro mejor a través de la educación. La dirección de los profesores exiliados republicanos no solo salvó sus propias vidas, sino que también enriqueció la vida de innumerables estudiantes mexicanos, creando un legado que perdura hasta nuestros días, mientras ellos ya se fueron en paz de este mundo. (jchr)

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