Tal pareciera que en México emprendimos una carrera en sentido contrario a la que realizan seres humanos en otros países y esta actitud nos sumergirá en la oscuridad de los pueblos ignorantes y esclavos de su propia cobardía por no tener la capacidad de decidir un camino verdadero a la prosperidad y bienestar que por tantas décadas hemos anhelado.

El actual gobierno enfila, en lo que ya no se sabe si puede llamarse educación, hacia un retroceso mental y espiritual del cual quizá ya no habrá reversa.

El sistema educativo que buscan implementar para que los estudiantes cursen sus estudios en universidades sin el más mínimo esfuerzo es un insulto a las nuevas generaciones a quienes se les debería de estar brindando el máximo proyecto para que puedan ser hombres de bien, prósperos, buenas personas a base de principios como honestidad, trabajo y valores, principios que a cualquier humano se le inculcan para que pueda ser alguien en la vida, pero lo principal, dotarlos de herramientas para que puedan levantarse una y otra vez de cada caída y fracaso que sufran en la vida.

Por otro lado existe una derecha y ultra derecha que respaldados por el clero se desgarran las vestiduras gritando al unísono ¡Comunismo NO!.

Enfilar al comunismo y oponerse a un nuevo modelo educativo hecho al ahí se va son posturas contrarias pero ridículas.

Exigir que se respete la reforma educativa 2011/2017 no lleva a nada porque ese modelo educativo tampoco ha creado buenos jóvenes, excelentes universitarios y hombres de bien.

Hasta el momento, ninguna institución ha creado una propuesta de reforma educativa realista que lleve al estudiante desde la niñez a obtener sus grados de estudio con esfuerzo, con un programa educativo que realmente lo forme en el futuro y no lo convierta en un hombre mediocre.

Anteayer y ayer leía noticias del ámbito internacional: Estados Unidos preparándose para hacer contacto o ya lo hizo con tecnología y seres no humanos. Vaya ya hasta una iniciativa de ley circula en el Senado de ese país en torno a ese tema.

En Corea del Sur investigadores que se han partido el cerebro en las aulas y en laboratorios por muchos años han alcanzado y desarrollado un superconductor que puede utilizar las líneas magnéticas de la tierra.

Pero lo sorprendente es que en Japón están estrenando un nuevo modelo educativo que supera al ya excelente sistema de enseñanza que tiene el país del Sol Naciente.

Tomando como base el concepto de Aldea Global como hoy se define la web y todos los que en ella navegamos, Japón acaba de presentar un modelo que forma a los niños como Ciudadanos del Mundo no como japoneses.

Basados en varios programas educativos los nuevos educandos entenderán diferentes culturas con un programa de 12 años de estudios.

Sin materias de relleno, sin tareas y solo con cinco materias:

Aritmética de negocios en lo que incluye uso de calculadoras financieras; Lectura: cada niño deberá leer un libro por semana; Civismo: respeto total a las leyes, el valor civil, la ética, el respeto a las normas de convivencia, la tolerancia, el altruismo y el respeto a la ecología y medio ambiente; Computación: Office, internet, redes sociales y negocios on-line e Idiomas: 4 ó 5 Alfabetos, Culturas, Religiones, entre japonesa, latina, inglesa, alemana, china, árabe.

A los 18 años hablarán 4 idiomas mínimo, sabrán finanzas, respetarán las leyes y el ecosistema, leerán 52 libros cada año y serán expertos en informática.

En México, los diversos sectores de la sociedad nos apaleamos.

El presidente López Obrador llama aspiracionista a toda familia que tenga anhelos de superarse y ver superados a sus hijos; crean un modelo educativo en el cual no habrá exámenes, (los japoneses no impondrán tareas, pero sí evaluaciones), se incrusta el régimen o modelo político de una dictadura comunista en las lecciones impartidas en los nuevos libros de texto plagados de errores.

En la otra esquina está la ultra derecha lloriqueando proponiendo solo acciones tan anárquicas como la quema de libros al estilo Alemania Nazi.

No cabe duda: los mexicanos somos un montón de cangrejos metidos en una olla muy profunda y unos a otros nos arrastramos hasta el fondo.