Ser mujer, en un mundo dominado por el machismo, donde vivir y sobrevivir es un triunfo, donde se necesita coraje, osadía y temple, como Prometeo, para robar el fuego sagrado a los dioses y entregarlo a toda la humanidad. Por más que esta ni siquiera lo merezca.
Ser mujer, haber nacido en la rocosa isla de Cerdeña, en 1871, donde y cuando la educación, aun para los hombres, era una aspiración inalcanzable y, por encima de todo, querer ser escritora, es tan difícil de hallar como un genio en una garrafa. Pero llega a suceder, sobre todo cuando se trata de una mujer como Grazia Cosima Deledda, y tener un padre que, en medio de todo, tenía alma de poeta.
Grazia solo cursó un pedazo de la primaria. No había tiempo que perder en esas circunstancias. Pero su espíritu inquieto la hizo emprender ese largo camino, sembrado de piedras y abrojos, hasta que, siendo imposible esconder aquella figura tenaz y decidida, en 1926 fue la segunda mujer en la historia en recibir el Premio Nobel de Literatura.
Cuando sabemos de estos personajes que luchan de sol a sol para aprender, para soñar en la libertad, para transmitir a quien quiera recibirlo un baúl repleto de fuertes sentimientos, pasiones, anhelos, ideales, no se puede entender que, en esta despiadada actualidad y en este mundo desangrado, existan todas las oportunidades y, sin embargo, predomine la desidia, la superficialidad, la banalidad, la ignorancia.
Vemos con desaliento los números que da el INEGI sobre el hábito de la lectura en nuestro país en su informe de 2024: Apenas (y a duras penas) el 41.2 % dijo leer libros, así sean de literatura (4 de cada 10 de ese 41 %), o de otros contenidos como textos escolares, académicos, de autoayuda y superación personal, de religión y de temas relacionados con alguna profesión. Los lectores dijeron (ojalá con honestidad) que leen 3.2 libros al año, de toda esa variedad de asuntos. Las revistas son leídas por el 21.7 y el 17.8 lee periódicos. Más son los afectos a los blogs y foros web: el 39.4 de lectores al día.
¿Cuánto tiempo se lee este variopinto material? Menos que antes: las mujeres leen 36 minutos por sesión y los hombres 42 minutos (No hacen de comer ni cuidan niños, ni…).
Y viene lo más triste: los lectores están igual o más perdidos que los estudiantes de 15 años (y de menos y más años) quienes, según las encuestas de PISA andan por los suelos: solo el 58 % de las mujeres y el 60 % de los hombres entienden lo que leen. Es decir, 4 de cada 10 tienen mediana o baja comprensión lectora. O sea: pocos lectores de buen contenido, que leen poco tiempo y que no comprenden lo leído…
Y con estos magros informes del actual INEGI basta para dar el veredicto: estamos lejos, más lejos que cualquier exoplaneta del Universo, de tener una cultura de información, de instrucción, de espíritu crítico, de discernimiento y de feraz entretenimiento.
Resulta casi superfluo insistir en que la lectura fortalece habilidades cognitivas como la concentración, la comprensión y la memoria, además de enriquecer el vocabulario y la expresión verbal y escrita. Y como dice la UNICEF, «la lectura en niños y niñas desde edades tempranas impulsa su desarrollo lingüístico, emocional y social. La lectura en la infancia no solo mejora la comprensión del lenguaje, sino que también fomenta la creatividad y los vínculos afectivos» y, según la OCDE, los alumnos que leen tienen un rendimiento de un año más que los que ni idea tienen de un libro.
«Este hábito también mejora la capacidad de distinguir entre hechos y opiniones, y de integrar información de diversas fuentes, habilidades fundamentales en el contexto de digitalización, viralización y exceso de estímulos». (Con datos de Ana Karen García en https://www.eleconomista.com.mx/23.04.2025).
Pues, sí: una población ayuna de «las habilidades fundamentales» para salir de este atolladero. De esas habilidades que tuvo Grazia Cosima Deledda, mujer nacida en un pedregal, en el siglo XIX, sin escuela y Premio Nobel de Literatura.
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