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Durante el Quinto Informe de Gobierno, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador anunció el regreso de los trenes de pasajeros.
Fue por 1995, en el último año de Carlos Salinas de Gortari que se decidió la eliminación de los trenes de pasajeros. Debemos recordar que en ese entonces aún era una empresa paraestatal denominada Ferrocarriles Nacionales de México o Ferronales quien tenía el control total de la red ferroviaria, del transporte carguero por tren y el servicio de trenes de pasajeros.
Con la decisión de eliminar los trenes de pasajeros se murieron decenas de pueblos veracruzanos cuya vida y desarrollo transcurría y dependía del tren de pasajeros que cruzaba en su territorio.
No solo pueblos o municipios pequeños dependían del tren de pasajeros sino también ciudades medias como Córdoba, Orizaba, Tierra Blanca, Coatzacoalcos y Veracruz.
En Córdoba todas las mañanas arribaban trenes que transportaban a comerciantes de todo tipo que descendían en las estaciones para comprar y vender su mercancía.
En la calle quedaron cientos de ferrocarrileros que laboraban en los diversos servicios que tenía el tren de pasajeros.
Taquilla, restaurantes, personal de intendencia, personal del servicio de envíos conocido como Express, correos, maquinistas, fogoneros, garroteros, conductores y auditores además del personal dedicado al mantenimiento y reparación de los carros de pasajeros.
Pero la decisión impactó más allá de quienes laboraban en ferrocarriles.
En cada estación, una miríada de vendedores y vendedoras subían y descendían de los trenes con sus productos tradicionales y de todo tipo.
En Córdoba todos esos vendedores tuvieron que emprender otros caminos para seguir obteniendo un ingreso.
El barrio de Las Estaciones, así en plural, porque albergó antaño la estación del tren Huatusquito; la estación de la división El Mexicano cuyo trazo era de la ciudad de México hasta Veracruz y la división VCI que era la que corría desde Córdoba hasta Tierra Blanca, centro neurálgico desde donde se distribuían trenes de carga y pasaje hacia el sureste en dos rutas: Chiapas y Mérida.
Por ello, el barrio de Las Estaciones tenía una gran actividad comercial. Se encontraban los hoteles Imperial, Galán y otro que no recuerdo.
Estaban las terminales de autobuses urbanos encargadas de transportar a todos los viajeros que desde temprano llegaban a Córdoba en tren.
Había un sinnúmero de bares y cantinas donde los viajeros podían refrescar la garganta y proseguir su camino.
Alrededor de este barrio, con sus colonias aledañas, se tejieron decenas de historias, tanto buenas como malas, pero cuando el tren de pasajeros desapareció el barrio de Las Estaciones y toda su actividad se murió y con ella se murieron todos los pueblos por donde transitaban trenes conocidos como El Mixto, el Pollero, el Mérida, El Mexicano, el Nocturno y no se cuales más escapen a mi memoria.
El anuncio de López Obrador trajo a mi memoria todos esos recuerdos y renació en mí la esperanza de volver a contemplar esa imparable actividad social, comercial y de transporte que representó el tren de pasajeros para la zona centro de Veracruz.
Creo que ahí me hice vendedor. Recuerdo que de niño acompañaba a mis tíos que vendían lo que en ese entonces se le llamaba bonetería en los pueblos por los que cruzaba el tren.
Era una odisea cargar en una sábana todo tipo de ropa como playeras, camisetas, truzas, calcetines, paliacates, pantaletas, brasieres, fondos, medio fondos y salir desde temprano en el tren, bajarnos en algún pueblo ir al mercado y extender la sábana donde acomodábamos la ropa y a gritar lo que vendíamos, las promociones, buscar que el poblador que se acercaba pudiera comprarnos en base a nuestra labor de convencimiento.
Cuando escuchábamos el silbatazo del tren que por las tardes pasaba en sentido hacia Córdoba, era recoger rápido toda la ropa en la misma sábana, hacer nudos para que quedara bien segura y correr hacia la estación, subir al tren y esperar el tránsito por los pasillos, de las vendedoras de comida donde saciábamos sed y hambre.
¡Quiere café¡ ¡Totopos de coyol! ¡Hay duquesas! ¡Picaditas! ¡Chicles, dulces, palomitas! Y así un montón de recuerdos de esas mujeres, en su mayoría campesinas done cada una utilizaba una tonalidad y un estilo propio de anunciar su mercancía
¿Volverá el tren de pasajeros a cruzar la zona y a dar vida a todos los pueblos y a las estaciones de ferrocarril hoy abandonadas e invadidas por gente que nada tiene que ver con ferrocarriles?
Ojalá así ocurra y podamos ver el renacer, al menos aquí en Córdoba, de nuestro querido barrio de Las Estaciones.