En esos días de invierno en los que las temperaturas matinales fueron negativas y de apenas 5 ó 6 grados centígrados durante el día, era a veces difícil decidirse a salir de casa dónde la calefacción hace la estancia agradable.



Sin embargo, aún en invierno, los parisinos se divierten en masa los domingos. En los parques se pasean familias enteras con niños muy bien arropados, en los museos las colas para entrar son inmensas y en los restaurants se debe hacer reservación pues, se corre el riesgo de no encontrar lugar.



Esta actividad dominical confiere un toque de dinamismo a la ciudad en la que los habitantes y turistas se pasean sin el estrés de la semana de trabajo.


