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Los pecados de Marisa Salas

Marisa Salas ha escrito Días de sol. Es su primera novela. En ella narra, con bastante ingenio y buen estilo, los dulces e inolvidables días que pasó de jovencita en una soleada playa  de España. Al tiempo que disfrutaba de la belleza veraniega, ganaba unos euros atendiendo un chinguirito. Allí, entre cliente y cliente, turista y turista, descubrió a Ismael, un atractivo paseante que no solo le dejó el despertar de una gran emoción, sino la semilla que el día de mañana se convertirá en su hijo Pedro.

Entusiasmada por su primicia literaria, acude a una editorial para intentar su publicación. Nilo, el editor, acepta hacer la edición, pero, para mala fortuna de Marisa, simultáneamente ha aparecido Los tejados rojos, de Carolina Cox, otra escritora a quien Nilo, por interés muy personal, prefiere enderezar todos los reflectores de la publicidad, a despecho de la  novela de Marisa.

Días de sol nace con toda la mala estrella que Marisa no sospechaba ni esperaba. La novela es ignorada por los lectores quienes, como es lo usual, se inclinan por lo que la propaganda les ofrece, así sea un bodrio. Y así, Los tejados rojos escala las cumbres del éxito editorial. Los ejemplares se venden por millares, mientras los Días de sol se oscurecen y desaparecen en un crepúsculo doloroso, igual que Ismael se ocultó de la vida de Marisa dejando solo recuerdos, a Pedro y una abortada novela que relata su efímera aventura.

Han pasado 30 años de aquella andanza literaria. Marisa casi se ha olvidado de la frustrada experiencia editorial. No conserva ni un solo ejemplar de su bisoña novela, ni siquiera el manuscrito. Nada.

Un día pasa enfrente de la vidriera de una librería y se sorprende al ver, al lado de Los tejados rojos, una impresionante y envidiable montaña de otra novedad: Los sueños insondables, novela de Luis Isla, un joven escritor a quien los lectores y las fans idolatran. Esta pila de libros empequeñece la que forma la nueva obra de Carolina, aquella que, hace tres décadas, simplemente la sepultó.

Marisa no resiste la tentación de acariciar la portada de la creación del novel, exitoso y atractivo escritor. Aunque dice «no estar dispuesta a desembolsar un solo euro en una industria que treinta años atrás me trató con indiferencia, que es todo lo contrario al amor», la curiosidad vence y toma un ejemplar y lo hojea con el deseo de que esta novela le revele por qué Carolina Cox ha sido desbancada por este nuevo genio de la literatura.

Al abrir Los sueños insondables, Marisa queda aturdida y cierra de golpe el libro: «Jamás me habría esperado a leer lo que ahora leo. Será una ilusión, se pregunta, como cuando crees que conoces a alguien que no conoces…, vuelvo a abrirla y leo de nuevo una palabra que reconozco dentro de mí… Mi novela desapareció en el espacio profundo como Días de sol para regresar tiempo después convertida en Los sueños insondables del fascinante escritor Luis Isla. Pero ahora necesito caminar hasta sacudirme de encima la impresión de haber leído mi novela en otra novela, trescientas páginas abandonadas a la oscuridad y de las que yo misma había terminado renegando cuando tiré años después al contenedor de papel y cartón los pocos ejemplares que la editorial me había regalado» (16s).

Ante tan descarado calco, Marisa se tiene que enfrentar a apabullantes dudas: cerrar los ojos (finalmente, ni ella misma tiene siquiera una prueba de ser la autora), denunciar al inmoral y sucio plagiador, exigirle un porcentaje de las multimillonarias utilidades, gozar con que el éxito de Luis Isla sea al mismo tiempo el hundimiento de Carolina Cox, convenir en ser la escribiente oculta de otras obras que aparezcan con el nombre del exitoso seudo autor, compartir con ese temerario escritorcillo sus nuevas victorias editoriales, pues así ella triunfa aunque sea con otro nombre, enfrentar a su amiga Sofía quien le propone un buen negocio por su silencio, torear a la madre de Luis Isla quien ha sido la inspiradora de este ilegal remedio para la fracasada vida de su hijo, etc.

En su novela Los pecados de Marisa Salas, Clara Sánchezva devanando poco a poco estas y otras opciones, al tiempo que, con una vuelta de tuerca, nos descubre cómo se puede enfrentar y desenredar, sin mayores y funestas consecuencias, los terribles y angustiantes dilemas a los que se enfrenta un autor ante un plagiario y las argucias a que estos recurren para encubrir su delito y engañar su conciencia.

Y resta una pregunta: ¿las novelas triunfan por lo que valen o por las palancas que las propulsan?

(Clara Sánchez, Los pecados de Marisa Salas, Planeta, 330 pp)

grdgg@live.com.mx

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