Y cuando despertaron, tenían la refinería enfrente. Camelot.
Desde que Ya Saben Quién llegó como emperador y blandió la espada de Damocles y declaró la guerra a los huachicoleros, y el carnal Marcelo Ebrard se estrenó de pipero y salió por piernas a comprar pipas perrronas americanas, todos los ilusos (me incluyo) pensamos que el huachicol vivía sus últimos días. Qué va. No solo nada de eso sirvió, el huachcicol comenzó a extenderse con la complicidad de ingenieros de Pemex y gente que era buena como chupa ductos y las carreteras de México se llenaron de bases clandestinas, había puestos al pie de las carreteras donde en peroles, como si fuera leche, se vendía la gasolina chupada.
Pero un mal día en Veracruz, en Coatzacoalcos, apareció algo parecido a una refinería y entonces ardió el infierno, porque lo que se presumía que aquel hombre había acabado, al contrario, se le incrementaron a tal grado que en sus narices y del gobierno operaba una refinería patito.
Y esto llegó hasta la presidenta Claudia Sheinbaum, que dijo era una amenaza nacional y que “Los combustibles de procedencia ilegal están inundando el consumo doméstico, creando pérdidas multimillonarias y un problema de seguridad con Estados Unidos”.
Lo peligroso para nosotros es el problema de seguridad con Estados Unidos, ya ven ustedes como míster Trump cuando se enoja echa bombas y algunos ya le piden que les tire a estos sitios clandestinos que están a la vista de todos, aunque ardan como en los infiernos.
La refinería balín de Coatzacoalcos se hizo tan famosa que hoy la recoge el diario El País:
“Las imágenes de una instalación clandestina confiscada esta semana en Veracruz, utilizada para una actividad tan sofisticada como la refinación de miles de litros de crudo, ilustran el desafío que enfrenta el Gobierno de México en su guerra contra el huachicol fiscal: una compleja trama de evasión tributaria y sustracción de hidrocarburos que golpea las finanzas del país. La presidenta, Claudia Sheinbaum, ha ordenado intensificar la fiscalización sobre los sospechosos de participar en la venta de combustibles ilícitos. No obstante, en la cadena aún quedan eslabones fuera del radar de las autoridades, que se enfrentan a una red perfeccionada con los años y que también preocupa a Estados Unidos”.
En un caso que destaca la relevancia que está tomando el tema para Estados Unidos, la Operación Muerte Líquida resultó en la imputación de un padre e hijo de Utah, James Jensen (68) y Maxwell Sterling (25) con cargos por lavado de dinero y contrabando, en un esquema que habría beneficiado con ganancias económicas al CJNG, grupo designado por el presidente Donald Trump como una organización terrorista, lo que eleva las penas asociadas a crímenes que lo involucren. La acusación original de los fiscales del Distrito Sur de Texas enumera 2.881 cargamentos de hidrocarburo robado en México y transportado a través de gamarras a la facilidad industrial de los Jensen, Arroyo Terminals, en la ciudad de Río Hondo en Texas. La fiscalía buscará una indemnización pecuniaria de 300 millones de dólares por el esquema, que habría empezado a funcionar en mayo de 2022, involucrando la importación ilegal de miles de millones en crudo identificado como residuos de aceites lubricantes y destilados de petróleo”.
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