A veces suceden cosas tan imprevistas que desconciertan y sacuden las creencias o los saberes que uno tiene más o menos fijados, no por prejuiciosos, sino por el cúmulo de experiencias y vivencias que se obtienen a partir de hechos consuetudinarios.
Leyendo, analizando y criticando el nuevo plan de estudios oficial para el bachillerato, aparecido, como suele suceder, al cuarto para las doce, en las postrimerías del finado sexenio, me encontré cosas interesantes: una desagradable y la otra, increíble.
Va la desagradable. Al abordar el contenido de los Recursos Sociocognitivos y las áreas de Conocimiento de los tres semestres de Lengua y Comunicación, no obstante que los define como los «aprendizajes articuladores (que) constituyen los elementos esenciales de la lengua y la comunicación», salta a la vista la omisión de todo lo relativo a la gramática del español: nada de análisis morfológico y sintáctico, nada de las clases de palabras, nada de conjugación verbal, nada de la estructura de las oraciones y sus clases; nada de ortografía, nada de acentuación, nada de nada. ¿Será porque se cree que los egresados de la secundaria ya saben todo esto? O simplemente, porque no les importó a los fabricantes del programa.
Llegarán los alumnos a los estudios superiores (y a la vida particular y/o profesional) hablando español, pero sin saberlo… Y pregunto al señor Jaime Labastida: ¿qué opina de esto la Academia Mexicana de Lengua?
Lo increíble: La segunda Categoría contiene conceptos inesperados. Inesperados no por raros, sino por estar en un programa escolar de un sistema que ha despotricado contra el conocimiento, la ciencia, la investigación, la creatividad, la cultura, los libros, la lectura…
Aunque no lo crea, esta Categoría, «La exploración del mundo a través de la lectura», dice esto que copio textualmente: «Es un proceso continuo y acumulativo de análisis de diversos textos, que permiten al estudiantado decodificar, comprender e interpretar los mensajes de la lectura y consulta, contenidos en este tipo de documentos. Permite adquirir nuevos conocimientos y crear nuevos significados sobre sí mismo/a, su medio social y/o ambiental que le rodea, asimismo contribuye al desarrollo del placer por la lectura, e impulsa la exploración de asuntos de interés o relevancia para el estudiantado y sus comunidades».
Y, al desglosar las Subcategorías, explaya la primera: «El acceso a la cultura por medio de la lectura»: «El estudiantado podrá seleccionar, obtener, comprender, interpretar y aprovechar la información contenida en diversos textos, de forma que le permitan el entendimiento sobre sí mismo, los demás o su entorno social o ambiental».
Y ahora, la segunda Subcategoría, «El deleite de la lectura» (sí, así como lo leyó usted, así exactamente: El deleite de la lectura): «El estudiantado tendrá acceso al goce experiencial de la lectura por la satisfacción que le brinda, ya sea el deleite estético ante la forma y/o el contenido del texto, o bien el hallazgo de información y de nuevos conocimientos que dan
cauce a la resolución de necesidades sobre sí mismo, los demás o su medio social
o ambiental».
(Y no subrayo estos anteriores tres párrafos porque, primero, es una falta de educación o, al menos, de cortesía, resaltar un texto con mayúsculas o subrayándolo como si el lector no fuera capaz por sí mismo de leer con énfasis lo que quiera y prefiera).
Sorprende que ahora se exalte y enaltezca la lectura y se la llame «goce experiencial» y «deleite estético» cuando se conoce la tirria que exfuncionarios (esperamos ya lo sean) tenían a los libros y la forma procaz con que denostaron hasta el cansancio el hábito de leer. Sí, como aquel ignorante supino que dictó sentencia de muerte a la lectura cuando expresó que «Leer por goce es un acto de consumo capitalista», y peor cuando mutiló y empobreció el contenido de los libros de texto de educación básica estando al frente de la dirección de Materiales Educativos.
Dejando este deleznable episodio del pasado (y esperando que los maestros de primaria y secundaria remedien el entuerto y enseñen, con su ejemplo, el invaluable beneficio de la lectura), insisto y recalco la sorpresa de encontrar ahora una justa revaloración de la lectura. Tarde, por postergarse hasta el bachillerato, pero al menos está ahí.
Y, aún hay más, pero queda para posterior comentario.
grdgg@live.com.mx