Cuando la vida tiene un principio y un final. Camelot.
Hay tardes que suelen ser de infortunios, como la de ayer cuando en Orizaba llovía y recibí un correo de doña Patricia Chamorro. Triste. Decía: “Le envío un saludo y para comentarle que mi mamá, la señora Guadalupe Vázquez Lagunes, la señora de los chamorros en Veracruz murió ayer. Le envío el mensaje porque, aunque yo vivo en Monterrey, yo sé que lo apreciaba mucho y ella estaba muy agradecida de las notas tan hermosas que usted escribía de ella y de los chamorros. Yo agradecida por siempre con usted. Dios lo bendiga y muchísimas gracias”.
Hice una oración por ella, me entristeció y a punto estuve de despedirme, porque un par de días antes mencioné que en la próxima visita iría por esos famosos chamorros del Kuinito. La conocí hace años, mujer muy trabajadora, amable, atenta, siempre con la sonrisa a sus clientes. Su negocio estuvo algún tiempo en el bulevar y pasó a Costa Azul número 114. El Kuinito, los mejores chamorros del mundo que yo mero los comparaba con los franceses de Au Pied de Cochon y los de Veracruz eran insuperablemente mejores. La vamos a extrañar, doña Guadalupe, su recuerdo siempre nos acompañará. Seguro ya está usted con Dios, como una mujer buena y trabajadora que lo fue. Descanse en paz.
EL LECTOR DE DUBAI
Hoy con las comunicaciones tal cual son, nada es imposible, uno puede prender el Guasap y comunicarte lo mismo con Madrid que con Chacaltianguis. No pasa nada, además, ni cuesta si utilizas la red. Las comunicaciones suelen ser tremendas. Qué pensaría Edison y Graham y todos aquellos inventores de las telecomunicaciones, si hoy vieran que con solo prender un botón tiene uno el mundo a sus pies y tienes las redes del mundo en el idioma que quieres, y con la Inteligencia Artificial que está en la vuelta de la esquina, ya nada habrá de sorprender.
Cuento esto porque en comida pasada con los cuenqueños en Veracruz, comiendo con doña Amada, Enrique, Rico y Fernando Pavón, este último comentó que teníamos un lector de Acertijos en Dubái, que leía Notiver y Crónica Tierra Blanca y que no fuera yo mero gacho y le enviara un saludo y lógico, para luego es tarde. Se llama Luis García, le dicen de cariño El Cadillo, por castroso, dicen que no se enoja, es veracruzano jarocho y trabaja en una empresa de perforación de petróleo. Vaya paisano, pásala bien y vivir en Dubái debe ser pura vida, diría Clavillazo. Además, tienes allí jugando al gran Cristiano Ronaldo, eso pocos lo tienen ahora.