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Mejor educación a bajo costo

Cuando se trata de opinar qué es lo que se requiere para elevar la calidad educativa, invariablemente se habla de aumentar la inversión pública, mejorar la capacitación y los salarios de los maestros, reducir el número de alumnos por salón-clase, adecentar la infraestructura escolar, dotar de recursos didácticos, etc.

Es verdad que todo ello está implicado en el logro de una educación de calidad, es decir, de la que requiere todo ciudadano para ser mejor persona y un buen profesionista que ejerza con honestidad y eficacia su rol en la sociedad. Pero, a veces, los recursos económicos, por más que sean cuantiosos, no repercuten en el ideal esperado. Sabemos que una infraestructura muy lujosa no implica que los educandos sean mejores, y tampoco es determinante el número de alumnos por salón. Quienes asistieron a clases en grupos de 60 o más (en escuelas oficiales o incorporadas) pueden atestiguarlo.

En México se invierte el 4.63 % del PIB en educación, que corresponde (teóricamente) a 346 euros per cápita (datos de 2020) y con resultados verdaderamente pobres. En contraparte, el pequeño país africano de Malaui ejerce un gasto por alumno de escasos 16 euros y solo el 2.91 % de su PIB, lo que lo ubica en el lugar 180 entre 190 países. Sin embargo, este país está logrando interesantes resultados en su sistema educativo.

¿Qué es lo que está haciendo Malaui que está abriendo exitosamente nuevos caminos para mejorar la educación, siendo el cuarto país más pobre del mundo?

La experiencia la relata Bjorn Lomborg, fundador y presidente del Copenhagen Consensus Center y miembro de Hoover Institution de la Universidad de Stanford.

Ese grupo de investigadores, junto con la Comisión Nacional de Planificación de Malaui, emprendieron un programa denominado Aprendizaje Asistido por Tecnología. No parece nada extraordinario, pero lo original está en el método utilizado, como lo indica Bjorn Lombor: «El Aprendizaje Asistido por Tecnología suena engañosamente básico. Pero resuelve un problema a menudo intratable. Casi universalmente, las escuelas ponen a todos los niños de nueve años en un curso, a los de diez en otro, y así sucesivamente. Pero muchos de los niños de cada clase están muy atrasados o muy adelantados. Los niños de Malawi utilizan ahora durante una hora al día un software personalizado y adaptable en una tableta. Primero identifica en qué punto está cada niño y luego le enseña a leer, escribir y a aprender matemáticas en su nivel exacto».

«Esta política, añade el funcionario, es increíblemente económica: cuesta tan sólo 15 dólares por alumno al año en Malawi, en parte porque utilizar la tableta sólo una hora al día significa que puede compartirse entre muchos estudiantes. Estudios exhaustivos demuestran que un solo año de uso de una hora al día puede resultar en unos asombrosos tres años de aprendizaje normal».

No sustituye, por supuesto, el trabajo, llamémoslo ordinario, en el salón de clase. Se trata del apoyo que da esta tecnología a cada niño de forma personalizada, respetando su ritmo de aprendizaje en los aspectos básicos de su formación: la lectoescritura y las matemáticas. El procedimiento puede ir ampliándose a otras asignaturas sin ningún problema y con predecibles excelentes resultados.

El bajo costo de este procedimiento comprobado en Malaui, y que ahora ya se está aplicando en Sierra Leona, Tanzania y hasta en Inglaterra, está enseñando «cómo la mitad más pobre del mundo podría mejorar el aprendizaje de casi 500 millones de niños de primaria».

Los profesores describen, dice el informe del Copenhagen Consensus Center, lo asombrados que se quedaron al empezar a utilizar el software y descubrir que toda su clase se comprometía al máximo. «Los niños han descrito el alivio que supone no tener que preocuparse de avergonzarse por haber dado una respuesta incorrecta delante de sus compañeros, o verse obligados a competir por el tiempo con el profesor».

Y, como también es importante señalar, el uso de la tecnología en la educación supone que el software personalizado y adaptable en cada tableta está diseñado con los contenidos que son indispensables para la adquisición de conocimientos y el desarrollo de habilidades que formarán eficazmente a los alumnos, y no para fomentar algún tipo de adoctrinamiento.

«Nuestro análisis muestra que, en toda la mitad más pobre del mundo, una inversión educativa de 10,000 millones de dólares en la aplicación de este enfoque reportaría más de 600,000 millones de dólares anuales en beneficios, impulsando la productividad futura».

Por esta razón, concluye el informe, «Malawi está en proceso de ampliar la política a todas sus 6,000 escuelas primarias y, como los costos están resultando aún más bajos, la política es aún más beneficiosa. En la actualidad, casi 300,000 niños trabajan con una tableta una hora al día, con el objetivo de llegar a los 3,8 millones de niños de 1 º a 4 º grado a finales de esta década».

Está claro que el camino es otro.

grdgg@live.com.mx

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